Francés por doquier y buen embajador de Armenia, su país de origen donde tenía parte de su corazón, Aznavour fue de lo mejor que tuvo no solo la música francesa sino también la música del siglo XX. Comenzó en las faldas de Edith Piaf, siendo uno de sus coristas. En las giras internacionales que hacía esta, Aznavour cargaba sus maletas y por las noches completaba sus estribillos. Ya a principio de los años 50, el joven Aznavour se emancipó, llegando a ser solista y comenzando a multiplicar éxitos musicales. El paso de las décadas lo convirtió en el símbolo de la música francesa con más de 1.000 composiciones en su discografía. Haciéndole frente al unilateralismo musical anglosajón, Aznavour nunca perdió su esencia: unas letras de poeta, unas melodías alegres y melancólicas a la vez, y una voz envolvente que suaviza hasta el corazón más enfermo.
Escuchemos juntos al artista. Acomódense en sus sofás, destapen una botella de vino o una fría, y comencemos con ‘Ayer todavía’ (Hier encore), una de sus mejores canciones. Aznavour nos cuenta en esta lo siguiente: : “Ayer todavía/Tenía veinte años/ Acariciaba el tiempo/Y jugaba con la vida/ Como se juega al amor/ Y vivía la noche/ Sin contar con mis días/ (…) Hice tantos proyectos/ Que se quedaron en el aire/ Fundé tantas esperanzas que se esfumaron/ (…) Ignorando el pasado/ Conjugando el futuro/ (…) Pero perdí mi tiempo/ Haciendo locuras/ Que no me dejan en el fondo nada verdaderamente concreto/ Solo algunas arrugas en la frente (…) Porque mis amores han muerto antes de existir/ Mis amigos se han ido/ Y no volverán más/ Por mi culpa he hecho el vacío a mi alrededor/ Y he arruinado mi vida/ Y mis jóvenes años/He petrificado mis sonrisas/He congelado mis llantos/¿Dónde están ahora, mis veinte años?”.
Sientan su nostalgia, sientan su calado y sientan cómo su voz invade toda la pieza. Ahora hagan sonar sus parlantes con la siguiente canción: ‘Ya me veía’ (Je m’voyais déjà). En esta trova, con sonidos de vieja orquesta, Aznavour nos cuenta cómo a los 18 años un artista salió de la provincia hacia París con muchas esperanzas. Él estaba seguro que iba a conquistar la capital. Ya se veía en la parte superior de los carteles. Ya se imaginaba siendo adulado y rico; firmando autógrafos a admiradores. Sin embargo, a pesar de haberlo intentado todo, no pudo salir a la luz. Cantó con amor, hizo comedia y espectáculos de fantasías, pero todo falló para él. Siempre afirmó que no fue su culpa, sino la del público que nunca lo entendió. Decía que otros triunfaron con poco talento y mucho dinero. Él era demasiado puro o demasiado vanguardista, pero un día –asegura- a todos les mostrará su talento.
Aznavour nos deja eso: unos devastadores relatos, llenos de errores humanos y retos, pero siempre con mensajes esperanzadores. Por falta de espacio, nos los puedo acompañar más en la escucha, pero no dejen de oír su potencia lírica en canciones como ‘La Bohème’, ‘Comme ils disent’, ‘She’ o ‘Emmenez-moi’.
@QuinteroOlmos