Quiero empezar preguntando si alguien ha escrito sobre este tema antes, pues de ser así, pido disculpas, pero considero que es el momento para que Colombia tenga su propio canal interoceánico. ¡Estamos en la capacidad de hacerlo y pronto!
En el puerto de Barranquilla, entre enero y diciembre de 2015, circularon 1.474 buques, que se traducen en 10.998.864 toneladas de carga anuales y solo en el primer trimestre de este año se superaron las expectativas con la movilización de 1.105.000 toneladas, correspondientes a 104.000 de coque, 249.000 en carga general y 483.000 en granel.
Estas cifras dejan al descubierto el buen momento que vivimos, con un incremento del 48,6% en los últimos cinco años –teniendo en cuenta que en 2011 solo se movilizaron 7.345.192 toneladas– lo cual nos permite ubicarnos como uno de los puertos clave del comercio exterior colombiano.
De igual forma, la exportación de carbón encabeza la lista de productos que más se mueven por los puertos del país con más de 74,8 millones de toneladas y una participación del 41% del total de tipo de carga movilizada, el cual debe sumarse a otras miles de diversas mercancías que anualmente circulan de un extremo marítimo a otro.
Existen, además, cerca de 4.000 puertos marítimos repartidos en todo el mundo y las cuatro quintas partes del comercio mundial siguen haciéndose por mar. De 2004 a 2012, el tonelaje de la flota global creció a una media de 6,4% al año logrando que miles de barcos mercantes navegaran en los océanos, en todas las direcciones.
Luego de comparar nuestro movimiento portuario con esa macroeconomía marítima, volvemos los colombianos a soñar con la construcción de un canal interoceánico que nos permita asumir un liderazgo, en una competencia saludable para el mundo.
Es sabido, desde hace muchos años, que uniendo las corrientes más cercanas de los caudalosos ríos Atrato, San Juan y Truandó obtendríamos un canal que comunicaría los dos océanos mediante las esclusas y todo el sistema hidráulico, característico de una obra de ingeniería como tantas que hay en el mundo.
Pero, ¿a qué problemas nos enfrentamos? ¿Por qué no ha sido posible materializar este sueño que se ha venido planteando y discutiendo desde mediados de los años 60 en diferentes escenarios?
Suelos esponjosos, pantanosos y movimientos diferenciales de tierra pueden ser algunos obstáculos de la naturaleza que se presentan, pero ¿acaso no pueden ser vencidos por la ingeniería moderna?
O ¿es acaso un tema de financiación? De ser así, se podría resolver mediante un contrato de concesión que se celebre con una empresa de construcción extranjera, la cual estaría encargada de hacer la millonaria inversión –que recobraría en determinado tiempo– pero con la condición de que participen ingenieros y mano de obra colombiana.
Varios países sueñan con tener un canal interoceánico, especialmente los centroamericanos, como es el caso de Nicaragua, así que esperemos que nuestros centinelas no estén dormidos cuando desembarquen los guerreros del Caballo de Troya.