Un grupo de niños juegan en un parque; uno de ellos se cae y se lastima, cuando regresa llorando a su casa su papá le dice “no sea niña, los niños no lloran”. Un adolescente que sufre por una pérdida amorosa escucha de sus pares “no sea niña, mejor se consigue otra”. Este tipo de frases son de uso común en Colombia y han hecho parte del proceso de crianza y desarrollo de varias generaciones de compatriotas.

¿Por qué pensamos en las niñas como sinónimo de fragilidad? ¿Qué mensaje le estamos enviando como sociedad a las niñas de nuestro país?

El estereotipo de que las niñas son frágiles y débiles es una problemática de derechos humanos. Como Defensor del Pueblo, quiero enviar un mensaje sobre las consecuencias negativas que frases como “No sea niña”, y muchas otras que repetimos diariamente, traen para la garantía de los derechos de la infancia y la adolescencia.

Al usar estas frases, le estamos diciendo a las niñas que es poco lo que ellas pueden hacer y lograr. Si ellas son débiles, si ellas son incapaces; quedan excluidas de actividades y profesiones, que, dentro del imaginario colectivo, requieren fortaleza y determinación. Ello representa una preocupante barrera para la garantía de su derecho al desarrollo integral, pues limita el pleno ejercicio de sus potencialidades.

Lo anterior se traduce, entre otras, en obstáculos para acceder a profesiones u oficios que han sido tradicionalmente masculinizadas. Pensemos, por ejemplo, en las dificultades que han debido enfrentar las futbolistas de nuestro país a causa de los prejuicios y la discriminación.

Según la Unesco, sólo el 35% de los estudiantes matriculados en carreras relacionadas con las ciencias, las tecnologías, las ingenierías y las matemáticas (STEM por su sigla en inglés) son mujeres. El Banco Mundial también ha advertido que si bien es mayor el porcentaje de mujeres que ingresa a la educación superior, las mujeres tienen menos posibilidades que los hombres de obtener un título universitario en los campos de la ciencia y la tecnología.

Las mujeres de países de ingreso bajo tienen 9 puntos porcentuales menos de probabilidades que los hombres de matricularse en este tipo de programas, y estas son brechas que se empiezan a abrir desde cuando son niñas, y que alimentamos diariamente a partir de estereotipos.

Pero estos estereotipos de género, no solo afectan a las niñas. Los derechos de los niños también se ven afectados en la medida en que se restringen sus derechos al libre desarrollo de la personalidad y a la libre expresión. Censurar sus emociones y sus intereses porque “eso es de niñas”, les impedirá convertirse en adultos que puedan gestionar sus sentimientos.

Los estereotipos de género se traducen en violencia y en vulneraciones a los derechos humanos de niños y niñas. Es por ello, que, desde la Defensoría del Pueblo, en el marco del Día Internacional de la Niña, que se conmemora el 11 de octubre, durante todo el mes venimos implementando la campaña “Orgullosa de ser niña”, con actividades de promoción dirigidas a visibilizar y repensar sus prejuicios de género sobre las niñas y adolescentes. Como Estado y sociedad, es nuestro deber amplificar las voces de las niñas de nuestro país y reafirmar su lugar en la sociedad como constructoras de presente y de futuro.

* Defensor del Pueblo.