Cuando en su momento la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas definió el periodo entre 2021 y 2030 como “la década de los océanos”, Colombia impulsó con entusiasmo la iniciativa. Al tener 4.171 kilómetros de línea costera y un área marina que equivale a casi el 45 por ciento de nuestro territorio, el tema es de crucial importancia para el país.
No se necesita ser un experto en el asunto para afirmar que los seres humanos no hemos cuidado adecuadamente la riqueza contenida en el agua que cubre el 71 por ciento de la superficie de la Tierra. Contaminación o sobrexplotación de recursos son dos realidades que motivan un llamado de emergencia que nos concierne a todos.
Es por ello que la ONU resume en siete puntos los resultados que sería ideal ver en el “océano que queremos”: limpio, previsto, sano y resistente, seguro, previsto, accesible e inspirador y atractivo. Tales propósitos se ratifican en Brest, en la bretaña francesa, que acoge desde el miércoles la cumbre “Un Océano”, cuyo objetivo es movilizar a la comunidad internacional para que tome medidas tangibles dirigidas a preservar y apoyar un océano saludable y sostenible.
La delegación colombiana, encabezada por el presidente Iván Duque Márquez, ha señalado desde siempre que, aparte de participar activamente en escenarios de esta naturaleza, nuestro país convierte sus compromisos en hechos, adelantándose a los cronogramas establecidos. Servir de ejemplo para inspirar a otros ha sido una de las improntas de esta administración, en lo relacionado con transición energética o lucha contra el calentamiento global.
Así sucede también con lo que se conoce coloquialmente como la meta 30x30, que consiste en declarar como área protegida el 30 por ciento del territorio del planeta para el año 2030. Este propósito, compartido por más de 80 naciones de los cinco continentes resulta fundamental para detener y revertir el deterioro de la primera fuente de la vida terrestre.
Durante la cumbre de Glasgow en noviembre pasado, el presidente Duque subrayó que en el caso colombiano la meta es 30x22. Dicha aseveración se confirma con la reciente declaratoria de área protegida de los 246 kilómetros cuadrados de la isla Ají, en el Pacífico.
El mencionado lugar se suma a la Cordillera Beata y al santuario de fauna de Acandí, Playón y Playona, en el Caribe; al igual que al santuario de flora y fauna de Malpelo, el distrito integrado de Yuruparí Malpelo y la parte de Colinas y lomas, en el Pacífico. Se trata de cerca de 16 millones de hectáreas sujetas a una estricta normatividad, acompañada del debido cuidado y monitoreo a cargo del Estado.
Junto a lo anterior, en Francia, también estamos presentando las acciones de Colombia en temas de carbono azul, como el proyecto Vida Manglar. Este trabaja por reducir las emisiones de 939.296 toneladas de CO2 anualmente por 30 años, en ecosistemas ricos en manglares situados en los departamentos de La Guajira, Atlántico, Bolívar, Sucre, y en las Islas de San Andrés y Providencia, entre otros territorios.
Los anuncios señalados se verán complementados con el proyecto de siembra de un millón de corales, concentrados en 200 hectáreas de arrecifes coralinos en áreas del Caribe y el Pacífico colombiano. También es menester mencionar el plan de Erosión Costera que, con la colaboración de Alemania, busca crear ecosistemas resilientes en La Guajira, Magdalena, Córdoba y la región de Urabá.
Ejemplos como los mencionados muestran que cuando hay voluntad es posible dar un paso al frente y cumplir el doble propósito de inspirar a los demás y proteger la riqueza de todos los colombianos. Esperamos que los demás países sigan por este camino, con la convicción de que esta es una decisión por la vida. Nada más, ni nada menos.
* Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible