Llegó el fin de este 2020, un año muy doloroso para el mundo y lleno de tristezas también para nosotros los colombianos. La pandemia nos ha sacudido y cada vez la sentimos más cerca cuando personas que conocemos sufren las consecuencias del Covid-19, no solo en su salud sino en su estabilidad económica. Nos duelen los millones hoy desprotegidos porque se ha evidenciado como nunca la injusticia de nuestra sociedad. Sin duda se han dado muestras de solidaridad, pero también del egoísmo y de la insensibilidad de sectores que podrían haber hecho más para minimizar el dolor que muchos viven.
Pero necesitamos una pausa. Una pausa que nos permita reflexionar, que nos de elementos para reconstruir este país que está lleno de desigualdades, de violencia, de corrupción, pero también de gente buena, inteligente y comprometida con trabajar por una Colombia mejor. Necesitamos tener paz de espíritu, esa paz en el alma que se ha perdido entre tanta confrontación; entre tantas muestras de intemperancia, de agresividad, de enfrentamientos muchos de ellos innecesarios.
Una pausa para trabajar por un mejor futuro, para dejar esa prepotencia de quienes se sienten dueños de la verdad, de quienes han acumulado riqueza por vías erradas, de quienes creen que tienen más derechos que el resto de los ciudadanos simplemente porque tienen poder político o económico. Todos sin excepción hemos sentido el impacto de la peor crisis que ha vivido nuestra generación, pero llegó la hora de aceptar que no todos hemos sufrido lo mismo. Unos, una mayoría no ha tenido la posibilidad de afrontar esta difícil situación en condiciones dignas, y eso debe ser el punto de partida para la reconstrucción de esta sociedad.
Una pausa para que esta Colombia llena de gente inteligente y trabajadora se comprometa en dar lo mejor y que acepte que algunos tenemos más posibilidades que muchos otros. No solo es generosidad sino realismo. No es el momento de desconocer la fuerza de la unión y el costo de esta terrible polarización que nos caracteriza. Y no se trata solo de la forma como se ejerce esa noble profesión de la política en nuestro país. Se trata de la forma como nos hemos acostumbrado a manejar nuestras diferencias.
Una pausa para empezar el 2021 con esperanza y con la energía necesaria para relacionarnos de manera distinta, para sentirnos todos responsables de lograr un país menos injusto. Una pausa, para encontrar la fuerza para ser actores y no simplemente espectadores de una crisis que debe ser el principio de la construcción de una sociedad mejor. De esa Colombia que se merecen nuestros nietos y esas futuras generaciones a quienes no les podemos entregar un país cuya sociedad no pudo construir las bases de un futuro mejor. Además, con la conciencia de que existen metas ineludibles. El compromiso de todo colombiano tiene que ser la paz que nos sigue siendo esquiva; la democracia sin la cual es imposible vivir, y un desarrollo económico sostenible, armónico con las necesidades de la gente y de nuestro planeta.Todos necesitamos una pausa, para reconocer que no son metas imposibles. ¡Feliz Navidad!.
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