Hace algunos días recibí un señor regaño de un lector que me reprochaba mi crítica permanente a este gobierno. Me decía que así viniera Dios no me iba a satisfacer. Primero, le agradezco que lea mis artículos sobre todo si le sacan la piedra. Segundo, sus palabras me pusieron a pensar porque últimamente estoy saturada de la prepotencia de muchos de quienes tienen voz o algún grado de poder y definitivamente no quiero estar en esa categoría. Por ello le respondo con humildad a él y me imagino que a muchos otros.

La verdad es que el 70% o más de los ciudadanos de este país está desesperado con el gobierno, lo dicen las encuestas no yo. No entendemos cómo personas que en ningún país tendrían protagonismo aquí, entre otros, los medios los ponen en primera plana. Sin duda el gobierno o algunos de sus funcionarios hacen cosas buenas, pero se pierden entre las actitudes de otros que demuestran soberbia e ignorancia. Reconozco que algunos entre quienes sobresale el director del Dane, José Daniel Oviedo, hacen una labor encomiable y se han ganado la credibilidad de gran parte del país. Tal vez, y personalmente lo hago siempre que puedo, se les deben reconocer mucho más sus buenos resultados.

Pero tengo que decirle que el presidente Duque nos desconcierta con sus discursos y actitudes. Salirse antes de escuchar a la oposición en la instalación del Congreso de la República es no solo una profunda descortesía sino una señal de eso que muchos odiamos, incluyéndome entre ellos: la sobradez del poder.

Pero a mi apreciado crítico le hago una propuesta para que la piense. Por qué ustedes que tanto valoran este gobierno y tanto quieren al presidente Duque, no le muestran esas actitudes, esos discursos que caen tan mal. A ustedes sí los escucha y sobre todo les puede poner atención. Sería una gran ayuda que el presidente y su gobierno comprendieran lo que siente la gran mayoría de los colombianos. Esto no solo baja este aburrimiento en que andamos muchos, sino que le mejoraría la imagen a este gobierno y a su presidente. En estos momentos lo necesitan, creame.

Por el contrario, parte del problema está en que quienes rodean al gobierno o lo apoyan de lejos, se comportan como áulicos y no le dejan ver la realidad. Debe reconocerse que esto pasa casi siempre con quienes ocupan altas posiciones de poder, pero en este caso es peor porque el equipo de gobierno es bastante inexperto, sin la trayectoria que se requiere. Por ello, muchos de quienes creen que lo está haciendo bien, ayúdenle al presidente para que se conecte con este pobre país que hoy adolece de lo fundamental. Sigue la guerra en el campo, la seguridad ciudadana nos tiene abrumados; se agregan las peleas, el odio, la pobreza desbordada y tropiezos en la vacunación. También, la indolencia de muchos que interpretaron la llamada a reactivar la economía como si la pandemia se hubiera acabado. Un presidente que entienda este drama nacional en vez de aparecer como si todo estuviera bien, sería para muchos el mensaje esperado.
cecilia@cecilialopez.com