El reciente seminario de la Universidad del Norte demostró nuevamente que en la Región Caribe hay suficiente talento y nivel de investigación tanto en sus centros educativos como entre sus profesionales. Excelentes presentaciones de los participantes sobre temas cruciales del país y de la región. Fundesarrollo sin duda, puede competir con otros centros de pensamiento del país y hoy tiene al frente una joven profesional de muchos quilates. Lo importante es que esos esfuerzos de investigación se traduzcan en reducir esos inexplicables niveles de pobreza y de desigualdad que han puesto a competir a la Región Caribe con la Región Pacífica, teniendo nosotros más centros urbanos y menos barreras estructurales que frenan el desarrollo.

Precisamente por esos activos en términos de generación de conocimiento es inaceptable lo que le sucede a la mujer caribeña. No es definitivamente un tema importante para mucha de su dirigencia como tampoco lo es el cuestionamiento de esos valores patriarcales que siguen predominando y que explican las condiciones de rezago que caracterizan a amplios grupos de mujeres de esta parte del país. Este fue el tema que presentó Oriana Álvarez Vos directora de Fundesarrollo. Demostró con cifras cómo la mujer caribeña antes de la pandemia estaba lejos en términos de participación laboral de los niveles alcanzados por los hombres. Tanto en Colombia como en esta región un poco menos de la mitad de las mujeres en edad de trabajar ni están en el mercado laboral ni buscan activamente empleo. Y como sucedió durante la pandemia esta situación llegó a niveles críticos. En el caso del Caribe colombiano las diferencias laborales demuestran que la brecha de género se amplió más que en el promedio nacional.

La pérdida en creación de empleos fue casi el doble en el caso de las mujeres que en el de los hombres. Y las mujeres jóvenes de esta parte del país alcanzaron tasas de desempleo del 38% mientras los hombres jóvenes registraron el 22,3%, en ambos casos datos superiores al promedio nacional.

Para entender la precariedad de la vida de la mujer caribeña dos cifras del estudio presentado por Oriana Álvarez son muy reveladoras: 65% de las mujeres ocupadas son trabajadoras sin remuneración y el 97% son trabajadoras domésticas. Las equivalentes para los hombres caribeños son 35% y 4%. Grave este indicador de la brecha de género en el Caribe Colombiano. Pero el problema no es solo el mayor desempleo de las mujeres frente a los hombres sino la inactividad porque eso demuestra la nula posibilidad de generar ingresos ni siquiera en especie y de tener autonomía económica. No contar con ingresos las somete a la imposibilidad de tener control de su destino y de evadir nada menos que esa violencia que se ha incrementado de manera grave. El estudio afirma que entre febrero y junio del 2021, "han salido 40,122 hombres de la inactividad y solo 6,275 han pasado a ser parte de la población económicamente activa." Sin duda, es hora de que la mujer caribeña sea una prioridad de política pública porque definitivamente no lo es y a pocos les importa.

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