En todos los medios de comunicación quedó en evidencia que en el partido Colombia-Brasil en Barranquilla se rompió con las normas de seguridad que se han venido implementando en la pandemia. Todas las imágenes que el país observó con sorpresa era la ausencia casi total de mascarillas, distancias requeridas entre los asistentes absolutamente inexistentes, niños totalmente desprotegidos. Es decir; la pandemia dejó de existir en medio de la euforia que causa ese partido.
Quedaba la sensación de que se hubiera dado la instrucción de olvidarse de la existencia del covid-19. La impresión ha sido tal que a raíz de este hecho se ha abierto la discusión sobre hasta cuándo seguiremos usando en Colombia estos tapabocas y todas las reglas de precaución que se han venido imponiendo. Obviamente ha surgido la pregunta de las razones de este tremendo descuido de los asistentes. Allí fallaron tanto las autoridades de la ciudad como los organizadores del partido.
Claro que ahora para la nueva contienda ha habido advertencias y llamados del alcalde. Los médicos le han dicho claramente a la ciudadanía que esas escenas de descuido no pueden repetirse y el alcalde señaló que “no es momento de dejar de usar el tapabocas, ni ‘relajar’ las medidas”. Pero sin negar que es oportuno este llamado la pregunta es si no es un poco tarde. Ojo con Barranquilla, y las autoridades deben tener señales de alerta para no tener esas sorpresas que cuestan vidas. El hecho de que en el nuevo partido se cumplan los protocolos no remedia el daño que se puede haber causado con el anterior donde y todo el mundo se hizo el loco.
Como todos en el mundo entero estamos agotados de usar el tapabocas. ¿Alguien ha sido testigo del esfuerzo que significa dictar clases presenciales que obligan a usar este artefacto? Es absolutamente agotador porque implica dos tipos de esfuerzos adicionales al profesor. Primero, hablar más fuerte para que se escuche en un salón donde los estudiantes están más alejados que antes, y segundo enfrentar las dificultades para escuchar preguntas e intervenciones en general de los estudiantes. Al final de la clase todos terminamos sin energías. Y esta experiencia se debe estar dando en muchas actividades.
Sin embargo, es irresponsable como lo propuso ANIF que dejemos de usar tapa bocas por los pocos casos que se registran actualmente. La pandemia sigue, está viva y aún países más exitosos que Colombia en el manejo de la pandemia continúan siendo estrictos en el cumplimiento de las medidas que prevén contagios.
Este folclor que nos caracteriza a los barranquilleros y que sin duda es una virtud, no puede llegar al límite de la irresponsabilidad de ciudadanos y autoridades. Ojalá la pandemia no cobre esta salida en falso. No necesitamos un dolor más.