Algo muy preocupante está sucediendo actualmente en Colombia: uno es el país en que sentimos los colombianos y otro es el país que vive el gobierno y que anuncia el presidente Duque en cuanto viaje internacional realiza, que de paso son demasiado frecuentes. En Dubái, por ejemplo, se presenta a nuestra economía como en plena reactivación económica y con un sector de externo con una gran oferta exportadora. Para muestra un botón: la economía si crece, pero seguimos con una de las tasas de desempleo más altas de América Latina que no baja de dos dígitos, sin cambios importantes en indicadores sociales como las mismas cifras sociales del DANE demuestran. Millones de colombianos que no logran las 3 comidas diarias y con una informalidad que lejos de ceder o se estanca o aumenta. Pero, además, con un déficit en la balanza comercial impresionante que con exportaciones de limones no vamos a reducir.

Para el presidente Duque todo lo que está sucediendo en Colombia en estos momentos es histórico cuando lo que es histórico es lo que ha reiterado el Banco Mundial: somos el segundo país más desigual de América Latina y uno de los más injustos del mundo. Pero además, en Glasgow se vende al país como pionero en política ambiental cuando ya sabemos que no tenemos ni la institucionalidad que se requiere para cumplir con esos objetivos propuestos ni los recursos, y ni siquiera el ministro que necesitamos.

Cuando se revisan las columnas de analistas serios lo que se percibe claramente es todo lo contrario, el inmenso pesimismo en que vive la ciudadanía. Pero además esa triste realidad se ratifica día a día. La inseguridad ciudadana ya desbordó cualquier límite, atracos espectaculares que muestran una delincuencia que actúa como si la justicia no existiera y lo peor es que tienen razón. Un asesinato continuo de líderes ambientales cuya protección ni siquiera parece en las promesas estatales. Una crisis rural en muchas zonas del país entre otras por el desprecio que este gobierno tiene sobre el tema de la paz verdadera.

Es obvio que internacionalmente no podemos mostrar solo la cara oscura de nuestra realidad, pero como decía mi padre "exagerar es mentir". Lo que más preocupa es que ese país de las maravillas no solo sea una imagen de venta en el exterior, sino que de verdad el presidente Duque y su inoperante equipo se lo crean. Como esta parece ser la realidad, los meses que le faltan a este gobierno sumado al triste espectáculo de una campaña presidencial deplorable, auguran un crecimiento aún mayor de la brecha que existe entre lo que vivimos los colombianos y lo que el gobierno cree que es el país que maneja.
Una brecha que los precandidatos, algunos de los pocos buenos que hay, deberían analizar para encontrar las vías para acercar la realidad a los planteamientos de un gobierno que de verdad parece vivir en otro mundo.

cecilia@cecilialopez.com