Como será de insolidario el sector que maneja el poder que con mucha frecuencia para ellos las cifras más estremecedoras sobre la crisis social del país pasan sin pena ni gloria. Por fortuna el DANE está sacando permanentemente datos sobre la forma como viven amplios sectores de la población colombiana, datos que algunos sí recogen. En su análisis del domingo anterior, Ricardo Avila titula su escrito “El hambre acecha” y aunque se refiere al problema mundial sus cifras sobre Colombia ameritan serias reflexiones. De nuevo la Región Caribe aparece con datos inexplicables pero el caso de Barranquilla no puede pasar desapercibido. A partir de información oficial señala que en Barranquilla solo la mitad de su población logra tener tres comidas diarias.

¿Será que va a tocar de nuevo darles una de las primeras clase de principios de Economía, carrera que han seguido muchos de estos dirigentes? Cuando una persona no puede garantizar sus tres comidas diarias no es solo pobre sino indigente, vive en la miseria. Cómo es posible que una ciudad con industria, con un comercio que es punto de encuentro de todo el Caribe colombiano, y que además tiene un alcalde con los mayores niveles de popularidad del país, se enfrenta a una crisis social de esta dimensión. Pero, además, ojalá me equivoque, no he visto que este sea un tema que realmente preocupe a muchos de sus analistas y mucho menos a sus líderes políticos.

Fundesarrollo, un excelente centro de investigación debe haber profundizado en este tema crítico porque además se repite en muchas de las ciudades de los departamentos caribeños. Cartagena comparte con Barranquilla la cifra de la mitad de sus habitantes con hambre, y además en Sincelejo esta proporción llega al 65 % y es pan de cada día los niños que mueren en La Guajira por inanición. Pero, además, los programas de alimentación escolar siempre son fuente de escándalo en estos departamentos y muchos de sus gestores con casos claros de corrupción son originarios de esta parte del país.

El hecho de que esta también sea una tragedia mundial y que haya causas externas que contribuyen a esta dura realidad, no excusa la indiferencia de una clase dirigente, de unos políticos a quienes sí les corresponde buscarle salidas efectivas a la miseria de la mitad de la población de la cual supuestamente son líderes. No es solo con limosnas que no evitan que el problema continúe, sino con una revisión muy seria sobre las causas de que en una región llena de tierra cultivable, el campo siga en la era del feudalismo de señores y siervos con una productividad tan baja que no puede ofrecer la oferta de alimentos que requiere el grueso de una población. Población que además en medio de la informalidad carece de los ingresos para subsistir. Y todos tan indiferentes.

Claro que es un problema nacional pero no se le puede atribuir toda la culpa al centralismo sino a este pobre liderazgo que tenemos. Es hora de poner la miseria de nuestra gente en primer plano y no seguir mirando solamente esa otra Barranquilla, la que sí vive en el siglo XXI.

@CeciliaLopezM