En este caso particular lo que pasó en los 8 de departamentos del Caribe colombiano tiene grandes significados no solo para ese presente que está lejos de ser claro sino para el futuro que tiene que empezar a construirse ya.
En todos los departamentos de esta parte del país ganó Gustavo Petro lo que significa una gran derrota para la vieja política, para los clanes que han dominado esta región y en particular para los Char. Su fuerza ya había perdido la posibilidad de pasar del nivel regional donde se veía consolidado, a ser una fuerza nacional. Esto pasó claramente en la primera etapa cuando se midió la fuerza de las coaliciones donde fue Federico Gutiérrez y no Alex Char el que ganó la contienda y lo mismo podría aplicarse a David Barguil. Pero en esta primera vuelta presidencial quedó perfectamente claro que fueron derrotados y con ello esa vieja política que recibió primero la censura de la gente que la aplicación de esa justicia débil que se ha reforzado durante este gobierno.
El mensaje de cambio que es la característica del país político que se evidenció, hoy caló con fuerza en todos los departamentos de esta región y ha sido ese cambio de las fuerzas de la izquierda y no las de Rodolfo Hernández. Es decir, los 8 departamentos copados por el uribismo representado claramente o en forma camuflada por los clanes fue duramente castigado. Mejor noticia imposible porque esa manera de ejercer esta función que debería ser noble como es la política, aquí hace mucho tiempo perdió ese norte y se volvió o un negocio o una forma de capturar de manera perversa el poder de lo público.
Pero lo importante es el futuro, que sin duda hoy es incierto y que solo se aclarará en la segunda vuelta. Pero en la Región Caribe sí hay un mensaje que tiene que empezar a calar: se abre la clara posibilidad de nuevos liderazgos que no necesariamente tienen que ser de izquierda, sino que ojalá cubran todo el espectro ideológico, pero con una manera muy distinta de buscar el poder. Esos líderes que nunca tuvieron oportunidad hoy probablemente ellos o sus descendientes pueden empezar a pensar que sí pueden construir una región más transparente que permita quitarnos como costeños el estigma de la corrupción, de la compra de votos, del nepotismo, del abuso del poder, de la política como negocio. Esa es la buena noticia que en medio de la incertidumbre que hoy muchos tenemos sobre el futuro, es esa gota de esperanza que todos necesitamos. Especialmente nosotros que hemos vivido una política vergonzosa. Esta es apenas una de esas lecturas que tenemos que empezar a hacer.