En el pugilismo Barranquilla ha sido tierra estéril en los últimos 50 años cuando surgió un peleador en el boxeo amateur y luego, frente a los mejores boxeadores del amateurismo. Ganó un número escandaloso de peleas antes de dar el salto a las filas del profesionalismo. Hasta ahí el pugilista barranquillero Mario Miranda estuvo bien conducido por sus apoderados.

Había salido bien librado de sus confrontaciones con boxeadores de Bolívar y uno que otro de otras regiones.

Comenzó entonces el tratamiento de Mario Miranda en el boxeo profesional colombiano y se le trajo hasta entonces uno o más boxeadores a los cuáles superó con facilidad, hasta cuando el promotor lo sometió a una verdadera prueba de fuego.

Se trajo de México a un peso pluma que el promotor dijo que era un boxeador de categoría intermedia. En esto había mentido ante los periodistas porque el mexicano era de categoría.

Y vino entonces la gran pelea. El mexicano, a la altura del quinto round, conectó a Miranda con un upper y lo tiró a la lona. A Miranda lo salvó la campana, pero estaba seriamente lastimado. En el asalto siguiente se restableció y en un cruce de golpes le hizo al mexicano una herida amplia sobre la ceja izquierda.

El réferi vio que la herida parecía peligrosa y llamó al médico de la Comisión de Boxeo, quien determinó que el mexicano no podía continuar y paró la pelea, ganando Miranda por KOT.

Miranda pareció haber salido de un infierno de golpes pero ganó la pelea y comenzó su preparación para enfrentar al campeón mundial. En este último aspecto Miranda sobrevivió con un avance en su trayectoria cuando firmó la pelea por el título mundial. La falta de un buen preparador se hizo notoria. Miranda abandonó en el décimo asalto conservando el mexicano su cetro mundial.