Un grupo de financieros de color pusieron su vista en un joven negro de 18 años que le ganaba a todo el mundo. Lo contrataron y le daban las utilidades que le correspondían como boxeador al propio grupo para curar enfermos, etcétera. Al año siguiente lo trataban como profesional. Y así entró en el boxeo profesional de Estados Unidos.
Ese muchacho era una maravilla como boxeador, llegó a pelear contra púgiles profesionales solo para demostrar que él no tenía contendor. Lo iban llevando de contendor en contendor para demostrar su grandeza, pero como dice el dicho, no hay boxeador que no pierda una pelea y a este muchacho le llegó la hora.
El contendor era un veterano de 100 peleas, el último veterano lo había estudiado a fondo y le conocía todas sus maniobras boxísticas y lo derroto por nocaut.
Iba llorando por todo el camino hasta que llegó a su casa en donde continuó llorando hasta el amanecer, sin embargo se dijo así mismo que él se recuperaría y así lo cumplió derrotando a todos sus contendores.
Ese hombre se inició en el boxeo como Cassius Clay e ingresando en la religión mahometana.
Ali derrotó a todos sus rivales y se retiró del boxeo. Su paso por los cuadriláteros del mundo fue un ejemplo. Fue el máximo exponente de este deporte.