Unos cuantos aficionados al boxeo nos reclaman amistosamente, que nos hemos saltado en la historia el combate tan promocionado en su tiempo entre el peso welter Plata Zeta y el cubano Serafín Centeno, quien resultó demasiado boxeador para el bogotano, y en el quinto asalto, la esquina del púgil bogotano tiró la toalla por el dominio tan abrumador que ejerció Centeno.
Este Plata Zeta es o fué (no sabemos si ya está fallecido) un boxeador mediocre, con una lengua irrespetuosa y atrevida al máximo, en algo que incluye un incidente personal entre el Plata Zeta y el autor de esta crónica.
En Bogotá para el combate entre Caraballo y Eder Jofre, llegó el presidente del Consejo Mundial de Boxeo de visita y para asistir a la pelea por el título mundial de peso gallo. Pero volviendo primero al match entre Plata Zeta y Centeno, fue tal el dominio del cubano, que la propia esquina de Plata Zeta rindió capitulación.
Pasaron los años (1935) y estábamos en Bogotá en compañía de 10 periodistas costeños, cuando todos los asistentes aprovechamos la presencia del presidente del consejo, para hacer una rueda de prensa con él en la puerta del hotel Tequendama, porque tenía una urgencia en una determinada gestión ajena al boxeo.
Ya con la rueda formada, el primero que abrió el debate fue este columnista, quien le dijo al presidente del consejo: “señor presidente, usted no cree que en aquellas ciudades que tengan más de 2000 metros de altura sobre el nivel del mar, debería aceptarse el uso de oxígeno en las esquinas de los boxeadores”. El presidente del CMB alcanzó a decir: “pues, verá usted...”, cuando una voz a nuestras espaldas dijo en voz alta: “Usted no puede hablar de eso, porque usted no sabe de eso”.
“El que no sabe de eso es usted porque usted fue malo como boxeador”. A quien nos dirigíamos era a Plata Zeta, a quien a continuación le dijimos seguidamente: “vea, yo soy hermano de Chelo De Castro Tavera, promotor de boxeo en Colombia, quien lo trajo a Barranquilla para que peleará en el salón de las quintas con el cubano Serafín Centeno, quien lo dominó de tal manera que el público temía que lo lesionara peligrosamente hasta posible pérdida de la vida”.
Los lectores se van a sorprender cuando les cuente que Plata Zeta que hoy oyó el párrafo anterior, sin decir palabra arrancó de allí con la mayor rapidez que pudo de esa rueda de prensa.
La rueda hubo que suspenderla por dos o tres minutos mientras los 10 o 12 periodistas deportivos nos felicitaban por semejante tapaboca. Ya después de esto nos parece que sobran las palabras.