A comienzo de julio comentaba sobre un cambio drástico en el Pacífico tropical, con una tendencia creciente en la probabilidad de ocurrencia de un fenómeno La Niña. En la presente columna daré continuidad a la nota referida, con el ánimo de informar sobre el estado actual y la evolución del probable evento, que de darse podría generar una buena cantidad de emergencias.

En términos del acoplamiento océano-atmósfera que debe existir para que se desarrolle una Niña, las anomalías de la temperatura del mar registran a hoy valores negativos consecuentes con un episodio de enfriamiento. Los vientos en superficie han evidenciado un patrón que favorece la ocurrencia del fenómeno.

La Oficina de Meteorología de Australia (BOM), una de las de mayor prestigio en términos del seguimiento a un posible fenómeno Niño/Niña, ha implementado desde hace varios años un reloj que tiene dentro de sus estados dos niveles de prevención (vigilancia y alerta), previo a declarar un estado Niña, cuando hay pleno consenso de que el fenómeno se ha desarrollado.

Dadas las señales que evidencian océano y atmósfera, así como el análisis de los modelos de predicción, el BOM ha elevado su reloj a un nivel de alerta, lo que sugiere que desde ya implementemos una contingencia.

Una señal adicional muy diciente es que cuando persisten condiciones océano-atmosféricas asociadas a un posible evento Niña suele haber una influencia marcada en la temporada ciclónica en el Atlántico tropical, lo cual está sucediendo.

Aunque el IDEAM de manera conjunta con el Ministerio de Medio Ambiente ha señalado que las lluvias podrían llegar a ser excesivas, tímidamente se habló sobre la posibilidad del fenómeno durante una rueda de prensa la semana anterior.

Normalmente en regiones Andina, Caribe y Pacífica entre mediados de septiembre y mediados de diciembre se presenta la temporada de lluvias, siendo meses de alta pluviosidad, especialmente durante octubre y noviembre. De desarrollarse el fenómeno, probablemente en octubre, estaríamos bajo un escenario de una temporada de lluvias acentuada.

Más allá de que hay una probabilidad significativa de ocurrencia del fenómeno, no se debe especular con el tema y mucho menos crear alarmismos sin suficientes elementos de juicio. Por ahora, la salida de los diferentes modelos de predicción muestran que es muy probable que hayan excesos de lluvia para el trimestre octubre-noviembre-diciembre, lo que incrementará de forma significativa el contenido de humedad en los suelos con alta probabilidad de crecientes súbitas, movimientos en masa e inclusive avenidas torrenciales.

Es necesario que además del seguimiento y monitoreo que realiza conjuntamente Ideam y Dimar se emitan de manera continua comunicados en los que se determine el estado actual de los indicadores que definen el fenómeno, sumado a las tendencias recientes de las precipitaciones en el país y, de manera especial, que se establezcan las zonas en donde los acumulados de lluvias antecedentes son significativos. Dicha información será definitiva no solo a nivel de gestión del riesgo, sino a su vez para los diferentes sectores productivos del país.

@ChristianEuska