La ocurrencia del Fenómeno La Niña 2010-2011 causó excesos de precipitación en amplios sectores del país y con ello múltiples emergencias por movimientos en masa, crecientes súbitas e inundaciones, entre otros. A partir de todas las situaciones adversas, se declara la emergencia económica y social, sancionándose en abril de 2012 la Ley 1523, por la cual se adopta la política nacional de gestión del riesgo de desastres bajo tres importantes líneas de acción: conocimiento del riesgo, reducción del riesgo y manejo de desastres.

En dicha ley, se le da un papel preponderante a la academia. Un ejemplo de ello es el Artículo 16 por medio del cual se crea el Consejo Nacional para la Gestión del Riesgo, integrado por el presidente de la República, ministros y los directores de Planeación y de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres; en uno de sus parágrafos, se advierte que dicho Consejo podrá invitar cuando lo considere pertinente a representantes de universidades públicas o privadas que tengan programas de posgrados en cualquiera de sus modalidades en manejo, administración y gestión del riesgo.

Unos años atrás, la Red de Universitarios de América Latina y el Caribe para la gestión y la reducción de riesgos de emergencias y desastres, “Redulac”, había enfocado sus objetivos hacia la necesidad de compartir y discernir sobre logros, avances y dificultades del rol de la educación superior en el abordaje de la gestión del riesgo y reducción de desastres, dentro del quehacer inherente a la academia (docencia, investigación y extensión, entre otros).

En el contexto referido, Colombia cuenta con especializaciones de gestión del riesgo de desastres en universidades de Bogotá (4), Popayán (3), Manizales (1) y Medellín (1); a nivel de maestría 3 programas, uno en la capital del país, otro en la ciudad blanca y uno más en territorio antioqueño.

Vale la pena resaltar que en el 2010 nace la maestría en Gestión del Riesgo y Desarrollo de la Escuela de Ingenieros Militares, siendo el primer programa del país a ese nivel, con un enfoque hacia la gerencia para la prevención, respuesta y recuperación de desastres. Se señala la creciente participación de personal civil de muchas áreas profesionales, pues al fin y al cabo en la gestión del riesgo confluyen una serie de temáticas y áreas disciplinares que de una u otra forma aportan al conocimiento y reducción del riesgo, así como al manejo de desastres.

Esa situación geográfica que hace que muchas zonas de nuestro país enfrenten diversos tipos de amenazas de origen geológico e hidrometeorológico, sumado a la problemática socioeconómica, ha dado lugar a que la gestión del riesgo se posicione cada vez más como un escenario al que nos veamos obligados a aportar. No por simple “frase de cajón”, organismos como Naciones Unidas advierten que por 1 dólar invertido en prevención se ahorra 7 dólares en respuesta y reconstrucción, dejando en evidencia la necesidad de contar con capacidades que permitan mejorar la gestión del riesgo de desastres que se realiza en el país, de manera específica en labores de conocimiento y reducción. Es perentorio avanzar en la investigación!

@ChristianEuska