Estonia es un país que por su latitud tiene un clima modulado por las cuatro estaciones: otoño, invierno, primavera y verano. Allí cada año, unos días antes del comienzo de la primavera, se produce un fenómeno que es reconocido como la “quinta estación”, el cual origina que una parte del Parque Nacional Soomaa se convierta en un área inundada que puede alcanzar 8 kilómetros de ancho y hasta 5 metros de altura.

Aunque se sabe que ocurre anualmente, no es claro saber exactamente en qué día del año aparecerá. Pero lo que sí se sabe, es que entre marzo y abril el fenómeno llega, transformando el paisaje y ecosistema del parque; dicha situación puede perdurar hasta cerca de 4 semanas, pero no genera desastres, dada la resiliencia y preparación frente al fenómeno.

En Colombia, por su ubicación latitudinal no hay estaciones. Por ello, no deberíamos hablar de invierno, ni de verano, sino de temporadas de más y menos lluvias; por ello, tampoco es correcto hablar de “ola invernal”. Pero más allá de lo conceptual, hay cierta analogía entre la “quinta estación” y lo que vemos año tras año en diferentes regiones del país, ante la persistencia de tiempo lluvioso.

Este año no ha sido la excepción, habiendo en cierta forma un incremento de las lluvias en relación con años inmediatamente anteriores, se han registrado inundaciones en la cuenca media y baja del río Cauca, en ciertos tramos del Magdalena desde la parte media hacia aguas abajo, también en los ríos Meta, Guaviare y Caquetá, entre otros, así como en algunos cursos en el Chocó, con cientos de familias damnificadas y algunos fallecidos, lo que refleja los efectos de una temporada lluviosa que se ha intensificado en su fase final.

Es importante señalar que más allá de las altas cantidades de precipitación que se registran en diversas zonas del territorio colombiano, las inundaciones lentas son estacionales, es decir, que se presentan en las mismas épocas del año, muy de la mano de las temporadas de lluvia. Claro, unos años con niveles más altos que otros, pues depende de cómo se hayan comportado las lluvias aguas arriba en los meses y días antecedentes.

Esa condición de estacionalidad y el saber los valores de los niveles aguas arriba, sumado al modelamiento e inclusive al conocimiento empírico que se tiene en muchas zonas del país, permite determinar un tiempo de viaje de la onda de crecida entre un punto y otro, y con ello, estimar, cuándo y qué tan intensa puede llegar a ser una posible inundación.

En ese contexto, podríamos pensar que ante inundaciones lentas, la alerta temprana llega con buen tiempo de antelación, lo que permite actuar en función de una respuesta oportuna, especialmente para salvaguardar la vida de la población aledaña a esas zonas que históricamente suelen inundarse. Sin embargo, con unas vulnerabilidades que en lugar de disminuir se acrecientan, seguirán siendo frecuentes las afectaciones, pérdidas y damnificados ante este tipo de eventos. Mientras no haya una eficiente y eficaz planificación y ordenación del territorio, y mientras no se ataque esa pobreza en crecimiento y la extrema desigualdad en Colombia, seguiremos registrando muchas “quintas estaciones” convertidas en desastres.

* Meteorólogo VIDEOCLIMET