Apenas empezamos el año y ya vemos cómo ante los cambios contrastantes en los patrones de tiempo en diversas zonas del país, se agudizan algunos problemas que se avizoraban desde el final del año anterior.
Estacionalmente hablando, el 2021 cerró con tiempo predominantemente seco en amplios sectores de las regiones Caribe y Orinoquía. Más allá de la presencia de condiciones La Niña, la cual apoya excedentes de precipitación en relación con los valores medios de la época del año, desde diciembre se han registrado lluvias escasas o nulas en los municipios de la costa, situación que progresivamente induce una mayor amenaza por probables incendios forestales, así como un estrés hídrico a todo nivel, con consecuencias que pueden ser nefastas para los organismos vivos incluido lógicamente el ser humano.
No es un secreto y tampoco nada nuevo, que ésta es una época en la que históricamente la disponibilidad de agua se reduce al máximo en el norte del país. Los canales y muchas de las quebradas suelen secarse o disminuir al mínimo sus niveles y caudales, lo que limita su uso para consumo humano y otra serie de actividades socioeconómicas de la región.
Si a lo anterior le sumamos las malas prácticas frente al mantenimiento y preservación de las cuencas abastecedoras, es probable que se maticen los efectos de las condiciones secas, con un acentuamiento de las consecuencias referidas. Y claro, si a todo esto le agregamos un ingrediente más, relacionado con los abusos frente al taponamiento de canales, la mala disposición de residuos, basuras y demás, son muchas las comunidades que empiezan a sentir el rigor de una temporada seca a la que le quedan cerca de 3 meses.
Cabe recordar que las escasas o nulas precipitaciones en diversos municipios de la costa Caribe entre diciembre y abril, es una condición estacional y por ende natural, pero pareciese que poco se contemplara en la planificación territorial, más allá de que se reconoce dicha condición natural.
Ahora bien, en diversos sectores de regiones Andina y Pacífica, en enero las precipitaciones suelen disminuir en cantidad y frecuencia. Sin embargo, la presencia de La Niña y otros fenómenos de variabilidad climática de corto plazo han incidido para tener tiempo predominantemente lluvioso y volúmenes excesivos en áreas de Chocó, Valle, Cauca, Tolima y Eje Cafetero, lo que se refleja en la persistencia de algunas alertas por fenómenos asociados a tiempo lluvioso. No sobra mencionar, el aumento en cuadros gripales y molestias respiratorias en muchos municipios de los departamentos referidos, incrementando las incertidumbres frente a posibles casos positivos de Covid19.
El fenómeno La Niña se extenderá hasta abril-mayo aproximadamente, pero no se espera una repercusión significativa para el norte y oriente del territorio nacional, dada la prevalencia de la estacionalidad. Por el contrario, es posible que pueda seguir repercutiendo en algunos departamentos andinos. Por ahora, es complejo pronosticar un año de condiciones extremas, pero dadas las tendencias actuales no solo a nivel mundial, sino en muchos de nuestros territorios, no debemos bajar la guardia en términos de prevención. Se requiere mayor planificación!