No me digan ahora que Melgar es el Barcelona en Perú, que Bernardo Cuesta es Zlatan Ibrahimovic y que el estadio de la Unsa es la temible 'Bombonera'.
Junior protagonizó una clasificación con cara de ridículo más por errores propios que por virtudes de un gran rival. El equipo de Arequipa no se mostró tan de 'arequipe' como en la ida, en la que perdió 5-0 en Barranquilla, pero tampoco fue una tromba imparable, un equipazo incontrolable, nada de eso.
Los rojiblancos se enredaron solitos ante una escuadra cándida, dulce, totalmente ganable. El 'arequipe' se puso amargo porque el planteamiento durante todo el juego fue conservador y conformista, porque los jugadores, que se la pasaron diciendo que no había que confiarse y había que salir a la cancha con todo, hicieron todo lo contrario, entraron al campo pasivos, relajados, dormidos en los laureles de la ventaja 5-0. Luis Narváez roncaba en los dos tantos de cabeza de Cuesta que abrieron la goleada. Pero la culpa no es solo del volante de marca. Ningún jugador 'tiburón' se salva. Casi todos estuvieron desconocidos.
Para colmo de males, Alexis Mendoza, a quien no tenía nada que reprocharle por estos días (como lo dije en mi columna del lunes), no enderezó el rumbo e hizo cambios completamente defensivos, que arrinconaron más al Junior.
Increíble. Melgar quedó a un gol de lograr lo que parecía tan lejano, lo que ni los mismos peruanos creían (la asistencia al estadio lo refleja).