Felicitaciones señora Elsa Noguera, usted es la gobernadora electa del Atlántico. Llega a ocupar este cargo en una coyuntura particular en la que el país se disputa entre la posibilidad de salir del horror y el aterrador escenario de quedarnos en él. No es este departamento el más preocupante, si caemos en el vicio inapropiado de compararlo con lo que está ocurriendo en el Sur de Córdoba, en el Cauca, en Antioquia o en el Chocó. Sin embargo, días antes de su elección, el Esmad entró a la Universidad del Atlántico con el mismo ímpetu de aquellos operativos arbitrarios que asistimos en el pasado, lista en mano, sembrando el terror. Dicen, incluso, que estaban acompañados de civiles encapuchados, y que contaron con el respaldo del rector.
Se oyeron audios de estudiantes pidiendo ayuda, apenas susurrando desde sus teléfonos, como agazapados en los pasillos, como si acaso fuera una escena de esas películas de masacres en colegios de Estados Unidos, pidiendo ayuda, minutos antes de la tragedia. Ese día se estaban conmemorando 13 años del asesinato de seis estudiantes de la universidad y los estudiantes habían preparado actividades culturales como acto de memoria. Ante la sorpresa de todos, se presentó un incendio en uno de los bloques, y la comunidad universitaria reaccionó rapidamente para apagar la conflagración. Lo que ocurrió fue desastroso, coincidió con la infiltración de encapuchados cuyo origen aún no se puede establecer y luego una indiscriminada represión del Esmad: contra el que se le cruce y de manera desproporcionada y violenta. El Ministerio Público brilló por su ausencia y la Fuerza Pública realizó procedimientos arbitrarios, por su cuenta, mientras Carlos Prasca, el rector de la universidad, atizaba el fuego –ese sí– con las estigmatizaciones a sus propios estudiantes.
Cansados estamos en este país de ver cómo se roban los recursos de la educación superior. Las directivas más corruptas han cargado disfraces de altura moral sin ninguna vergüenza, señalando a sus estudiantes de terroristas mientras estos han cumplido la valiente tarea de la defensa de la educación pública.
El penoso capítulo que aquí describo, que usted tuvo que conocer, protagonizado y animado irresponsablemente por el rector de la Universidad del Atlántico, por fortuna tuvo una segunda parte: El pasado 31 de octubre los estudiantes salieron a la calle en una movilización ejemplar y multitudinaria. La marcha terminó en la Plaza de la Paz con tambores y cánticos del Junior que se unían con arengas contra el asesinato de los líderes sociales. Barranquilla, de repente, fue el motor de transformación del mundo y sus estudiantes fueron la posibilidad de todo cambio, con alegría, con fuerza, de manera pacífica y determinada. Con sus cantos anunciaban la salida de Carlos Prasca, pero no solo eso, se anunciaban a sí mismos como lo que son: son sinergia, creatividad, lucha, Caribe.
Usted tiene la oportunidad histórica de detener esta ridícula estigmatización de los estudiantes de la Universidad del Atlántico y comprender por fin la tremenda altura moral y política que tienen como interlocutores. No cometa la torpeza que han cometido otros, no le dé su voto a un rector sin vocación, un politiquero de turno que no sienta respeto por la universidad pública y por lo mejor que la habita: los estudiantes.
@ayolaclaudia
Ayolaclaudia1@gmail.com