Parece que mucha fuerza tuvieron Nathalia Jiménez y Rodrigo Monsalve en vida. Pero no pretendo referirme a quienes fueron ni a su infinito compromiso con el trabajo que hacían, más bien quiero llamar la atención sobre la fuerza que han tenido ahora que están muertos. Han abierto una hendija para que el mundo mire lo que ocurre en una región, sus cuerpos han señalado un camino y han jalado a un universo entero para que ponga la atención sobre el infierno que se gesta en todo el territorio.
La Troncal del Caribe, la vía que comunica a Santa Marta con Riohacha, no parece revestir la seguridad que en los últimos años hemos creído. A esta pareja la interceptaron a las 5 de la tarde, en plena luz del día. Nadie vio, nadie los ayudó. Sus verdugos actuaron con absoluta holgura para detenerlos, secuestrarlos, movilizarlos y ejecutarlos. Es decir, quienes asesinaron a Nathalia y a Rodrigo se movieron como Pedro por su casa.
Este territorio que conecta a la Guajira con el Magdalena, guarda los secretos de un sinnúmero de lógicas de economías ilegales: control de salida y entrada, control social y político, rutas, todo. Esto está inventado desde aquellos tiempos de la bonanza marimbera. Aunque las autoridades corrieron a relacionar el homicidio de Rodrigo y Nathalia con el hurto del vehículo en que se movilizaban, pocos nos tragamos ese cuento. Dicen que sus cuerpos fueron hallados amarrados en un árbol en Perico Aguao, como si unos ladrones de poca monta iban a empeñar tanta suerte, tiempo y logística en asesinar con sevicia y en disponer los cuerpos como los dejaron. Luego vinieron las capturas a unos sujetos cuyas madres aseguran que son unos falsos positivos. Quién sabe.
Los sistemáticos asesinatos de ambientalistas a lo largo de Latinoamérica, tan acentuados en Colombia con la masacre de líderes sociales, permiten –eso sí– pensar que a Nathalia la asesinaron por razón de su trabajo. En especial cuando en la zona hay tantos intereses oscuros asociados a megaproyectos, para los que ambientalistas comprometidos con la comunidad son una incomodidad. El asesinato de Nathalia y Rodrigo parece un mensaje para todos aquellos que defienden el medio ambiente y los derechos de los campesinos en la región. Le da miedo a todo el mundo.
Pronto se conoció un comunicado de las “Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada” en el que se despintan de toda responsabilidad. Repudian el crimen y aseguran hacer un operativo en la región para dar con los responsables. Muy a pesar de que el gobierno ordenó militarizar la zona, poco después se halló el cuerpo del hermano de uno de los indiciados por el supuesto robo de la camioneta de la pareja. A su lado había un anuncio que decía que no admitirían cosas mal hechas y que el que viniera a dañar la tranquilidad sería dado de baja. Por lo pronto Nathalia y Rodrigo siguen allí, señalándonos algo que aún no vemos. El Ministro de Defensa bien se puede ir a la Feria de Cali, que poco o nada está haciendo.
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