Nos asisten tiempos realmente difíciles. No imaginábamos vivir lo que estos próximos meses viviremos. Nos enfrentamos a un enemigo invisible que puede albergarse silenciosamente en nuestras manos, en nuestra ropa o en nuestro pelo. La inconsciencia será su aliada. La laxitud del gobierno nacional será su cómplice. La histórica falta de inversión y la corrupción en el sistema de salud pasará en estos días una factura dolorosa. La falta de conexión del gobierno de Duque con el pueblo es fatal en estos días. Actúa con lentitud, toma las decisiones sin contundencia, ambivalente, sin integralidad y como amarrado a un pequeño sector económico que todavía espera salir bien librado de esta crisis.

Lo único importante con el COVID-19 es mantener plana la curva de crecimiento, es lo único que hará que la tragedia tome una dimensión menos espantosa. Sin embargo, Colombia arrancó con una línea vertical hacia arriba, más escabrosa que Italia y España, con un sistema de salud más débil. No cerrar aereopuertos para vuelos internacionales a tiempo fue una un error letal. Desde Italia y España volaron varias personas con COVID-19 y pusieron en riesgo a todos los que tuvieron contacto en el tránsito aéreo y luego en el lugar de destino. Es conocida la historia de un joven que venía desde España, al llegar a Bogotá, sabiendo que debía guardar cuarentena porque era un posible caso positivo, desobedeció deliberadamente y tomó un avión a Cartagena. En efecto, le confirmaron que tiene COVID-19, se estima que se puso en contacto con unas 200 personas.

Cada día en que se demora tomar una medida en torno a restricciones para evitar el contagio, se traduce en miles de personas contagiadas y seguramente en cientos de muertos. La tardía decisión de cuarentena de Duque tendrá su costo político. Con el COVID-19 nada, absolutamente nada, es exagerado. En lugar de estar protegiendo los intereses de los amigos, Duque debe estar ya implementado una estrategia segura para garantizar el mínimo vital a las personas que viven de la informalidad, los desempleados, los sectores más empobrecidos. De lo contrario, tendremos un caos social imposible de contener.

El aislamiento, además, requiere unas normas de bioseguridad para la entrada y salida de las casas. Poner en cuarentena a los abuelos para que el resto de la familia les llevara el virus, fue totalmente torpe. Sin pánico, tenemos que aprender a lidiar con esto y la información es importante. Duque debe asesorarse con científicos serios y rigurosos, que en Colombia los hay. Busque al doctor Wilfrido Coronel, por ejemplo. Ya está bueno de Manuel Elkin Patarroyo, su ego mediático, su masacre de micos, sus escasos resultados y sus falacias sobre el coronavirus.

Coletilla: Todavía, desde anoche, sigo aplaudiendo de pie al equipo de la salud. Médicos, profesionales de enfermería, técnicos de radiología, bacteriólogos. Ellas y ellos son nuestros héroes. El gobierno debe garantizar la dotación especial para manejar pacientes con COVID-19, esto es urgente. Son vestidos de bioseguridad que la mayoría de clínicas y hospitales no tienen. Evitará las bajas del equipo médico.