El reconocimiento de Palestina como Estado libre, independiente y soberano ha generado el primer gran desafío en materia de política exterior para el presidente Iván Duque. Ahora bien, sin adentrarse en la pertinencia o el impacto que dicho reconocimiento pueda tener en el conflicto Palestino-Israelí, este es tan sorpresivo como controversial. Sorpresivo porque, a lo largo de ocho años, el presidente Santos expresó la inconveniencia de tal reconocimiento si el mismo no se desprendía de un escenario de diálogo entre las partes en conflicto. Es controversial por el momento en que fue adoptada, así como por sus posibles implicaciones a futuro. Dicho reconocimiento de último minuto representa un cambio inesperado en la postura diplomática que el país había mantenido. En algunos escenarios de discusión, la medida ha llegado a ser catalogada como la primera zancadilla al nuevo gobierno e incluso se equipara con la ratificación del Estatuto de Roma y el reconocimiento a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional que realizó el presidente Andrés Pastrana, tan solo a dos días de abandonar el cargo y de que asumiera funciones el presidente Álvaro Uribe.

Implicaciones. Estas giran en torno a las relaciones de Colombia con Estados Unidos y con Israel, en la medida de que el reconocimiento a Palestina ha sido un asunto de gran sensibilidad en sus respectivas agendas diplomáticas. No es un secreto que entre Colombia y Estados Unidos existe una alianza estratégica que nos posicionó como su tercer mayor receptor de ayuda militar. Asimismo, entre Colombia e Israel se ha consolidado una importante cooperación estratégica a lo largo de las últimas décadas. Ambos países han sido compañeros en la lucha contra el terrorismo, en razón a sus conflictos armados. Si bien cada conflicto es diferente, los intereses geopolíticos que se edificaron alrededor de ellos llevaron a establecer una especie de identidad compartida entre ambos Estados, al punto de que a Colombia se le llegó a considerar como la “Israel de América Latina”. Esta relación tuvo importantes frutos en la industria militar nacional e incidió en el fortalecimiento de las capacidades operativas de las fuerzas de seguridad colombianas. Para mayor ilustración, para finales de los años noventa el monto de las importaciones de armas desde Israel no superaba los diez millones de dólares; sin embargo, entre 2002 y 2006, durante el primer mandato del presidente Uribe, ese valor se duplicó.

Desafío diplomático. A lo largo de la campaña presidencial, el candidato Iván Duque afirmó que estaba en favor de una salida al conflicto Palestino-Israelí a través del diálogo, con dos Estados para dos pueblos, pero el ahora presidente Iván Duque debe sortear este desafío diplomático. Para eso tiene al menos tres alternativas. 1) Mantener la decisión, lo cual sería extremadamente impopular con EE.UU. y con Israel, ambos países aliados y socios estratégicos del Gobierno y de las iniciativas que pretende desarrollar. 2) Revertir la decisión, logrando salvaguardar el tejido diplomático con sus aliados, pero resultando en una medida impopular no solo a nivel internacional, sino también a nivel local. La tercera vía, es tratar de mantener un equilibrio entre sus socios estratégicos y las aspiraciones nacionalistas palestinas, algo complejo de obtener. Sin duda, no es una situación fácil, es aquí donde se podrá evidenciar la destreza del nuevo presidente y sus asesores en política exterior para sortear favorablemente esta situación.

* Ph.D Seguridad Internacional
Profesor de Geopolítica y Política Comparada de Medio Oriente y Norte de África
Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Universidad del Norte.