Por ahora es demasiado prematuro establecer una relación entre el COVID-19 y el cambio climático, término que de manera reciente algunos ecologistas han denominado “crisis climática”. Es indudable la incidencia de la variabilidad climática y el cambio climático en el aumento de enfermedades como el dengue y la malaria, pero no sería correcto en este momento, afirmar que el coronavirus es resultado del cambio climático, o crisis climática, como se le quiera llamar.

Sin embargo, si de clima se trata, un nuevo estudio difundido a comienzos de marzo del presente año por la Universidad de Maryland, ha establecido cierto vínculo entre la humedad, la temperatura y la propagación del virus, sumado a la posibilidad de que la ubicación latitudinal entre los 30 y los 50 grados de latitud norte, sea otro factor incidente en un ambiente más propicio para dicha propagación.

Se señala que, una mayor expansión del brote que apareció en Wuhan (China) a finales de 2019, se presenta en ambientes fríos y secos. Del mismo, se desprende una mayor propensión de la propagación del virus en zonas con patrones climáticos similares, con temperaturas medias entre los 5 y los 11 grados Celsius y una humedad relativa entre el 47 y el 79% aproximadamente.

El estudio centra su análisis para Boston y Massachusetts relacionando los resultados con los registros de otros puntos críticos en latitudes similares, en donde el virus ha llegado a ser intenso y fatal, con miles de pérdidas de vidas humanas, como lo son China, Irán, Japón, Corea del Sur e Italia.

Claramente, existen otros factores socioeconómicos y culturales que inevitablemente suman para tener a hoy una mayor cantidad de personas infectadas y fallecidas.

Más allá de que Colombia se encuentre ubicada dentro de una latitud diferente a la del estudio referido, pues se ubica hacia la franja intertropical, valdría la pena realizar un análisis de fondo de las condiciones meteorológicas y climáticas del país en donde el virus ha tenido un mayor potencial de expansión.

Llama la atención especialmente Bogotá, pues en diversas estaciones meteorológicas en la capital, se suelen tener valores durante el día de humedad relativa que están dentro del rango establecido en el estudio, adicional a que las temperaturas especialmente entre las 6am y las 9am suelen estar entre los 9 y los 11 grados Celsius, estando también dentro de ese rango “crítico”. No sobra mencionar que dentro de la Zonificación Climática, Bogotá aparece dentro del clima frío-seco, coincidiendo con esas áreas frías y secas que se señalan en el estudio.

La invitación al IDEAM y al INS a que aúnen esfuerzos de todo tipo que redunden en la investigación sobre un tema que es de interés no solo nacional, sino a su vez mundial. Pero así mismo a otros organismos descentralizados, entidades territoriales, sector académico y demás, a que se animen a aportar no solo en la modelación del evento per se, sino a su vez que se logre modelar el incremento en función de diversos factores dentro de los cuales indudablemente deberían estar las variables climáticas.

Con ello, se podría estimar en términos de probabilidad un mayor o menor nivel de propensión ante las condiciones climáticas esperadas, lo que sin duda sería un aporte significativo para la toma de decisiones, en especial enfocadas hacia la prevención.