Estaba el barranquillero y el juniorista, en particular, más feliz que nunca adornando su arbolito de Navidad con la octava estrella cuando saltó la noticia que el artífice del gran año futbolero que ha tenido Junior, Julio Comesaña, ha dicho no a las ofertas planteadas por los Char para continuar al frente del equipo.
Estaba uno intentando combinar el éxito deportivo con el vídeo de la reina de los Carnavales, Carolina Segebre, al ritmo del gran Checo Acosta y Eddy Herrera cuando llega una peor que la marcha de Comesaña: la muerte de Adolfo Echeverría, el compositor de la canción de moda, con la que todos los costeños abrimos el mes de Diciembre: “Las Cuatro Fiestas”. Si algo hay destacable del 20-D es que Jeison Murillo se ha convertido en el segundo futbolista colombiano que ficha por el Barcelona de Leo Messi. Nada más.
Pero bueno, si son muchos los aficionados catalanes que le están poniendo manchas al fichaje de Murillo, no digamos los barranquilleros que están discutiendo sobre si había o no que convencer a Comesaña a que continuara en el Junior. Si uno cree lo que han dicho ambas partes –directiva y entrenador- llega a la conclusión que el técnico decidió que lo mejor era marchar por la puerta grande después de dos temporadas en la que ganó una Copa Águila, una Liga y condujo al equipo a disputar una histórica final internacional.
Comesaña es un zorro viejo del fútbol. Sabe perfectamente por donde le entra el agua al coco y si algo le gusta es estar en el campo, entrenando, dirigiendo. Y si algo le gustaría es ser director deportivo en el Junior. Pero es consciente que en este club es difícil llevar a cabo esa tarea.
Los dirigentes tienen que sacar alguna enseñanza de dos hechos sucedidos esta temporada. Nadie sabe qué habría pasado si a Comesaña le hubieran ofrecido en octubre todo lo que le han puesto en la bandeja tras ganar la Liga. Probablemente el técnico habría observado una mejor valoración del club hacia su trabajo y hoy seguiría en el cargo.
Por otro lado, los mismos dirigentes han visto cómo un jugador de la calidad de Jarlan Barrera, educado en la escuela juniorista, se les marcha sin que el club tenga derecho a percibir ni un solo dólar, cuando de haberle ofrecido la renovación en junio hoy podrían estar negociando su traspaso y rescatando parte de la inversión realizada. Y no lo digo por aguar más la fiesta.