Año Nuevo, “la misma vaina”: estoy tentada de decir, pero, no. Año Nuevo: ilusiones renovadas. El corazón brincando en este presente que hasta ayer ha sido futuro y hoy es un manojo de ilusiones que nos hacen mirar la vida con la fortaleza que nos da la determinación de lograr lo que deseamos. Cueste lo que cueste, siempre –es la facultad principal con la que contamos– podemos lograr lo que nos proponemos, dentro de la lógica cotidiana. De la simpleza vital de abrir el corazón al nuevo día, esté nublado, tormentoso o radiante e impredecible. La incógnita es el mayor atractivo que tiene la vida y la cotidianidad el seguro para afrontar el día a día.
Pero por muy cotidiano que nos esté pareciendo el tema del cambio climático existe la sensación de que no estamos tomando conciencia realmente de la urgencia de resolver o, al menos, tomarnos en serio, lo que ya están considerando en muchos sectores, la mayor arma de destrucción masiva, que de no poner remedio, podría suponer la crisis del cambio climático. Aunque pareciera que pecan de alarmistas, son bastantes los que ya se refieren con frases alarmantes: “Australia se quema”, “¿Arde el mundo?”, “La tierra toma venganza”.
Y aunque pareciera que estamos tomando conciencia, existe, tal vez por ignorancia, un cierto escepticismo de que pudiera ser una dosis de exageración utilizada por los más exagerados alarmistas, los hechos que nos llegan sobre la crisis del cambio climático.
El 23 de septiembre del recién pasado 2019, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, durante los preparativos de la Cumbre del Cambio Climático 2019, se enfocó en la necesidad de atender los sectores claves de la industria pesada, soluciones ecológicas, ciudades, energía para atender el cambio climático. Los líderes del mundo informaron acerca de las acciones que estaban llevando a cabo para la conferencia de las Naciones Unidas a celebrarse en este 2020. Alertó sobre la necesidad de neutralizar las emisiones de carbono para 2050 y limitar el calentamiento global a 1,5° C, para finales del siglo.
Se podría lograr la salvación si llegaran a algún acuerdo concreto todas las instituciones financieras públicas y privadas que se decantaran al fin por una “economía verde”.
Verde se presenta la situación donde los intereses creados de los poderosos de las finanzas, las objeciones de los líderes, tantas veces comprometidas por las situaciones de las dependencias políticas internacionales que,dificultan la resolución de planes concretos. Pero estamos empezando un año más. Toda una esperanza para que los proyectos se realicen y los sueños se cumplan. Para todos.