Estrategias para el crecimiento económico, reformas en el sistema de seguridad social, reorganización al sistema pensional, planes de vivienda popular y optimización de la distribución de las regalías, entre otras, son algunas de las propuestas de los aspirantes a la Presidencia de la República, dirigidas al desarrollo social y económico del país.

Sin duda, estas iniciativas son necesarias y obligadas ante nuestra realidad. Pero cabe preguntarse si alguna de estas o todas en su conjunto podrán enfrentar efectivamente la pobreza, esa enfermedad social que vemos expandirse ante nuestros ojos por todo el país, especialmente en la Colombia rural y regional, y la desigualdad, que cargamos como estigma y es la responsable de que nos califiquen como el segundo país con mayor desigualdad en el hemisferio occidental.

La desigualdad y la pobreza requieren atención inmediata. Estadísticas del Dane señalan que a 2017, 3.534.000 de nuestros conciudadanos vivían en condición de pobreza extrema y, en cuanto a pobreza monetaria –“que contempla la falta de recursos para adquirir todos los bienes básicos”– se encontraban 12.883.000 de colombianos.

Por otro lado, en la mirada optimista del actual Gobierno, el presidente Juan Manuel Santos anunció en 2015 que el 70 % de la población colombiana ya había llegado a la clase media (incluyendo la emergente y la que ya está consolidada en esa franja), disminuyendo los porcentajes de colombianos con pobreza absoluta. En cuanto a la desigualdad, nuestro país, según análisis de Armando Montenegro, del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, Cede, de la Universidad de los Andes, en el periodo 2003-2009, Colombia disminuyó su índice Gini pasando de 57,9 a 56,7, avance muy por debajo de los logros de otros países latinoamericanos como Brasil y Chile, que mejoraron su índice Gini llegando a 54,7 y 52,1, respectivamente.

Estos indicadores que muestran y reflejan una tendencia a la disminución de la inequidad y la pobreza en esta zona del mundo han tenido en los últimos años, según la Cepal, un estancamiento en su descenso debido al aumento de la concentración del ingreso motivado por la creciente importancia y ganancias del sector financiero, los procesos de liberalización comercial y la concentración del retorno del capital, entre otros.

Nuestra triste realidad es que millones de colombianos viven en la miseria absoluta, es decir, en una precariedad total, y son quienes más requieren de intervenciones estructurales de fondo, que les permitan lograr una mejoría en sus oportunidades de acceso al bienestar social y un mejor nivel de vida.

En los últimos gobiernos, la superación de estas dos máculas sociales se ha circunscrito a políticas de crecimiento económico y no se ha logrado el objetivo pretendido; al contrario, se ha dado la realidad paradójica de seguirse ampliando y reproduciendo la desigualdad. Por esto, invito a los candidatos presidenciales a proponer y desarrollar una política integral de desarrollo social, focalizada en promoción y fomento del tejido social productivo y no en simples subsidios; educación pertinente y de calidad; fomento de la formalidad laboral, mayores oportunidades de empleo, entre otros, que permitan movilidad social.

En manos de los aspirantes a gobernar nuestro país en el próximo cuatrienio está la sociedad anhelada, y en nosotros, la oportunidad de escoger al mejor.