¿Sabe si su hijo menor de edad tiene algún problema que afecte a futuro su salud mental o que, incluso, ya le está generando dificultades?

No es un asunto para hacerse el loco, sino para intervenir. La familia es el primer escenario para detectar que algo no marcha bien con los niños. Identificar a tiempo esos problemas durante su crecimiento y resolverlos con la ayuda de expertos es clave para prevenir trastornos psicológicos en los adultos.

Un estudio de la Pontificia Universidad Javeriana, con 15 mil personas y divulgado esta semana, nos convoca a padres de familia, cuidadores y responsables de menores de edad en Colombia. 40 de cada 100 niños de 7 a 11 años de edad estarían enfrentando problemas que comprometen su salud mental, sin que sean trastornos.

Carlos Gómez, decano de la facultad de Medicina de la Javeriana, reveló que aplicaron a miles de niños un instrumento conocido como RQC con 10 ítems distintos para indagar sobre su condición de salud mental. Entre las causas de los problemas detectados están los abusos físicos, sexuales o emocionales en la familia o en el entorno escolar, exposición a la violencia armada o a discusiones permanentes y conflictos en el interior de sus propios hogares: el 35% de los niños consultados reconoció haber sido víctima de violencia.

Muchos de ellos afrontan dificultades para relacionarse con los demás y para comunicarse verbalmente o a través del lenguaje escrito; inconvenientes para concentrarse, estar atentos o aprender materias como matemáticas; falta de ganas de jugar y hay casos en los que son asustadizos, muy nerviosos, comen mal o duermen poco.

Traumas en la niñez no superados que en los adolescentes pueden dar paso a un consumo excesivo de alcohol y alucinógenos y generar tendencias suicidas, depresión, estrés, agresividad y conductas violentas en los adultos.

Somos un país insano mentalmente e incapaz de superar sus propios demonios. Según el Ministerio de Salud, “casi 43 de cada 100 jóvenes recuerda una infancia y adolescencia marcadas por violencia”. ¿Y qué hacemos para revertir estas alarmantes tendencias que nos condenan a ser una sociedad intolerante y agresiva? Poco.

Estructurar una óptima política de salud mental es una de las asignaturas pendientes en los procesos de mejora de nuestro precario sistema de seguridad social. Garantizar la salud mental de los colombianos y especialmente la de los niños, asumiendo su cuidado integral con mínimos como educación a los padres y un entorno familiar tranquilo y respetuoso, en aspectos emocionales, afectivos y recreativos, no se puede seguir aplazando por más tiempo.

Resulta vergonzoso que en un país donde la guerra dejó más de 262 mil muertos en 60 años de conflicto, según el Centro de Memoria Histórica, no tengamos implementada desde hace décadas una eficaz política de salud mental que nos alivie tanto dolor. Esto también es importante, sanarnos es el primer paso para reconciliarnos y dejar de ser una estirpe condenada a 100 años de soledad.