A diferencia de lo que ocurre en Barranquilla, donde la elección de Jaime Pumarejo como alcalde se da como un hecho y además por un amplio margen; en Bogotá las más recientes encuestas por la alcaldía anticipan que el asunto se definirá en un voto finish entre Carlos Fernando Galán del movimiento independiente Bogotá para la Gente y Claudia López de la Alianza Verde y el Polo Democrático. ¡Como para alquilar balcón!

Pero estos resultados no siempre fueron tan estrechos. En abril, López aparecía según Invamer con un holgado 45.9% de preferencia en la intención de voto frente a un 16.1% de Galán. La exsenadora mantuvo ese liderazgo hasta finales de septiembre cuando los respaldos hacia las candidaturas de Galán y de Miguel Uribe del movimiento Avancemos comenzaron a crecer.

Galán se trepó al primer lugar luego de posicionar su imagen como la más favorable entre sus contendores y empezó a marcar diferencia por su talante conciliador, dialogante y cargado de simbolismos con los que ha buscado tender puentes entre las orillas ideológicas que han caracterizado esta campaña en Bogotá y que son un reflejo de la polarización nacional.

Claudia López, referente en la lucha contra la corrupción en el país, es una mujer fuerte y decidida, a quien sus adversarios le cuestionan sus actitudes desafiantes, calificándola incluso de altanera. También la graduaron de inconsistente, según indican, por sus “posiciones cambiantes”.

Bogotá es una ciudad con un voto independiente muy fuerte. A pesar de haber sido gobernada durante 12 años por la izquierda, no privilegia esta opción. El candidato de Gustavo Petro, Hollman Morris, no tiene posibilidades de ganar, dicen analistas. También es cierto que, a diferencia de lo que pasó en la segunda vuelta presidencial, la izquierda y los movimientos alternativos se dividieron en esta campaña porque Claudia apoyó la construcción del Metro elevado. Una decisión que la distanció de Petro, quien ha lanzado duras críticas contra su otrora aliada.

Miguel Uribe logró el respaldo del Centro Democrático, conservadores, liberales y movimientos cristianos, pero no le alcanzó. La crisis de las estructuras políticas tradicionales, que ha quedado en evidencia en este proceso electoral en el país, es especialmente profunda en Bogotá donde el voto libre manda.

Llegó la hora de la verdad. 5 millones 800 mil ciudadanos están llamados a las urnas en Bogotá, pero históricamente menos del 50% del censo electoral participa y en las elecciones de 2011 y 2015 el alcalde fue elegido apenas con el 30% de los votos, lo que termina cuestionando su representatividad y dando pie a las revocatorias de mandato. Una historia que no descarto, podría repetirse.

Galán, de centro derecha, y Claudia, de centro izquierda, que ofrecen visiones distintas de ciudad, están hoy, dependiendo de la encuesta, en un empate técnico que como nunca antes deja abierta la elección en Bogotá. Sin duda, la tormenta perfecta que solo podría aplacar el voto libre, informado y masivo. ¡Así que a votar!