Altos dignatarios del Estado, civiles, cual soldaditos de plomo juegan a la guerra y tildan de “máquinas de guerra” a niños reclutados a la fuerza por organizaciones criminales. Funcionarios que creen que la guerra es un deporte y que quienes mueren no mueren de verdad. Y ahora, el Estado que no protege a esos niños de los delincuentes, cuando los reclutan, los bombardea con el pretexto de que son “máquinas de guerra”. Los niños y jóvenes víctimas de la guerra (por acción de delincuentes y por omisión o acción del Estado) provienen de los sectores más pobres del campo y las ciudades, no de los sectores medios; y nunca de los más poderosos. Sería bueno saber lo que argumentarían quienes dan esas órdenes o las justifican tan dogmáticamente si se tratase de uno de sus hijos y que el Estado actuara, sin las debidas precauciones de protección de las víctimas de una guerra, que dicen querer acabar.

Aunque el Estado tenga la legalidad de utilizar las armas, su uso no siempre es legítimo. La guerra nunca per se es aceptable, aunque en circunstancias extremas se acuda a ella. Políticamente nunca sería legítima; pues lo que debe hacer la política es justamente impedirla, no utilizarla, manipularla o justificarla con fines políticos. Las “máquinas de guerra” existen porque alguien las hace funcionar para destruir o eliminar la vida. Así como muchos objetos se pueden convertir en armas (un bate de béisbol, un vehículo contra una multitud o un avión comercial convertido en misil), un niño puede ser usado como instrumento de guerra, pero ello no justifica que el Estado lo estigmatice como “máquinas de guerra”. El Estado debe perseguir y limitar los factores de perturbación y riesgo para la población. Pero convertir a un combatiente enemigo, o a un delincuente, en blancos a eliminar o a castigar desproporcionadamente, nos puede llevar a olvidar que no tenemos pena de muerte y que no es legítimo “dar de baja”; y que en la guerra no se admite la ejecución ni violación de derechos. Las máquinas de guerra, así sean estatales, collectives o individuales, no pueden justificar lo inmoral de su posición política, para imponer su visión como correcta y única válida, cuando el Estado tiene ciudadanos a cargo y los debería proteger; y esto incluye a los niños y jóvenes que no pudo salvaguardar de delincuentes que los reclutan.

El gobierno deshumaniza a los niños reclutados a la fuerza y convertidos en “máquinas de guerra”, para disfrazar su discurso, después de la acción oficial, y no tener que explicar ni responder por nada. Podría ser tan criminal el delincuente que recluta a niños para usarlos como instrumentos de guerra, como el Estado que luego los presenta como “máquinas de guerra”. Es importante respetar y cumplir el derecho internacional y el ordenamiento jurídico interno; de lo contrario no se tendría autoridad moral para hablar de legalidad y democracia. Se deberían estudiar más los tratados sobre la guerra y recordar que no estamos en las campañas de arrasamiento de Alejandro Magno.

Pd. Es incoherente el funcionario que dice cuidar “máquinas de guerra” y, en otro momento y con otra función, busca destruirlas.