La revocatoria de mandato para alcaldes y gobernadores es un mecanismo de participación democrática que fue diseñado para que los ciudadanos puedan castigar un mal gobierno acortando su mandato; no para servir de estrategia o cálculo político a partidos o enemigos de mandatarios. Minorías políticas, sociales o ideológicas han cooptado este mecanismo para intentar derrocar “democráticamente” gobernantes que no son de su agrado. Sectores que solo conciben y respetan la democracia cuando les conviene e imponen su forma de pensar autoritaria, reaccionaria y anti reformista como la única correcta y válida; y presentan sus intereses como los de toda la nación. Esto está ocurriendo con los intentos de revocatoria de mandato a los alcaldes de Cali, Medellín y Cúcuta.

La democracia no es perfecta ni justa y tampoco es un sistema ideal; por ello, tumbar o mantener gobernantes per se no necesariamente es bueno. Revocar un gobernante por el mero interés de grupos sociales o políticos no significa que sea lo mejor para los ciudadanos. Puede ser tan equivocado revocar el mandato de un gobernante, electo democráticamente por la mayoría, cuando está actuando indebidamente, como revocar a un gobernante elegido por una mayoría cuestionada si está gobernando debidamente. Razones morales, ideológicas o sociales no son argumentos suficientemente legítimos para revocar mandatarios; pues todos podemos creer que las cosas siempre se pueden hacer de otra manera.

Según el orden legítimo de los procesos políticos, la revocatoria se debe establecer donde hay más democracia y reelección inmediata. Peso si los ciudadanos pueden exigir, existe rendición real de cuentas, se efectúa control ciudadano e institucional y hay poca impunidad, la revocatoria solo produciría inestabilidad y costos elevados para la democracia y la gestión pública. Cuando no hay reelección, la revocatoria conduce a la pérdida de gobernabilidad, pues la democracia además de plural también debe ser funcional. En Colombia para la presidencia y el Congreso no existe revocatoria del mandato, a pesar de existir una alta concentración del poder en la primera y reelección indefinida en el segundo. Donde hay reelección indefinida debería haber revocatoria permanente y ser fácil su implementación. En el gobierno nacional, aunque no exista reelección, dada la hiper concentración del poder, debería permitirse la revocatoria del mandato. En donde no hay reelección inmediata (alcaldes y gobernadores) debería estar más limitada la implementación de la revocatoria. Pero en Colombia, allí donde no se puede ejercer control, no existe ningún tipo de rendición de cuentas y se miente y manipula flagrantemente, no existe la revocatoria. Creamos la revocatoria justo en donde hay más expresión democrática ciudadana.

El intento de revocatoria de mandato a los gobernantes de Cali, Medellín y Cúcuta está instrumentalizado por conveniencias particulares. En las ciudades del Caribe (incluida Barranquilla) las minorías no se confrontan entre sí, la corrupción tiene expresiones muy elevadas y la ciudadanía tiene conductas acríticas; quizás por todo ello existen pocos intentos de revocatorias de mandato.