La jornada electoral de ayer dejó a unos contentos y a otros muy asustados. Pero una cosa son los partidos, dirigentes y candidatos, y otra los electores. Los que quedaron contentos por los resultados deben saber que es una victoria política que se puede desvanecer en el momento de la elección presidencial, si no se continúa la campaña, no se toman buenas decisiones y no se reciben nuevos respaldos. Para quienes no lograron los resultados esperados, el miedo o la preocupación no necesariamente los va a paralizar; quizás continuarán trabajando no para ganar sino para impedir que otro gane.

Las elecciones y las consultas de ayer despejaron parcialmente las posibilidades de mantener alternativas remozadas, establecer otras coaliciones o pactos, generar nuevas tendencias electorales y provocar deslizamientos o desplazamientos no esperados, o sorpresivos, a favor de unos candidatos presidenciales, en detrimento de otros.

Un respaldo abierto de Centro Democrático al candidato de derecha ganador de Equipo Colombia pondría en evidencia su afinidad ideológica con el uribismo. Pero si la derecha no se unifica, el candidato de centro de la Coalición de la Esperanza podría pasar a la segunda vuelta. Así entonces, si los integrantes de Equipo Colombia se mantienen unidos en torno al ganador de su consulta y se aseguran el respaldo de Centro Democrático, se produciría inevitablemente la renuncia de Zuluaga y saldría damnificado el ganador de centro. Por lo anterior, para seguir en la carrera presidencial, los candidatos de derecha y de centro pueden usar la estrategia de demolerse entre ellos; para lo cual tendrían dos tareas difíciles de lograr: eliminarse entre ellos para que uno pase a la segunda vuelta y al mismo tiempo minar a Petro; con el riesgo de que, por concentrarse en la primera tarea, dejen fuerte electoralmente a Petro.

Si la estrategia entre la derecha y el centro es “hacerse pasito”, esta podría provocar una distribución simétrica de sus votos, aumentando la diferencia entre Petro y el segundo que pase a la segunda vuelta; lo cual le permitiría a Petro edificar otras alianzas seguras para quedarse con la victoria, con un costo político muy bajo. Si solo se dedican a enfrentar a Petro, la primera vuelta será de incertidumbre para ellos, incrementando el fastidio de los ciudadanos y potenciando que todo se resuelva en primera vuelta. Esta campaña ha tenido la posibilidad relativa de filtrar los candidatos, pero con el riesgo de agotar la paciencia de los ciudadanos, incomodados cada vez más con las elecciones.

Existen otros tres elementos que van a incidir en lo que sigue del proceso electoral: la definición de la fórmula vicepresidencial; las jugadas individuales, y casi siempre desleales, de los congresistas electos con respecto a los candidatos con más opciones de triunfo presidencial; y lo que pase con Hernández, Zuluaga y ahora además con Vargas Lleras. Las campañas políticas no se pueden descuidar. Esto aún no ha concluido.

PD. Esta columna fue escrita antes de las elecciones del 13 de marzo, y se presenta sobre la premisa de que los ganadores de las consultas sean Petro, Fajardo y Gutiérrez.