En parte esto se debe a que se desató en toda la región una expectativa sobre si Petro iba a lograr, por primera vez en Colombia, que llegase al poder un gobierno de un espectro ideológico distinto al tradicional: un líder de corte socialdemócrata, si nos atenemos a sus propuestas programáticas. En efecto, los gobiernos colombianos, con pocas excepciones como el de Alfonso López Pumarejo, han tendido a ser radicalmente de derecha y poco moderados.
Esta situación se da en un país que tradicionalmente ha sido muy cercano a los Estados Unidos y cuya política exterior e internacional ha sido de poca autonomía y fuertemente dependiente de todos los gobiernos norteamericanos. Los gobiernos colombianos han sido cada vez más proclives a Estados Unidos y han estado cada vez más alejados de los intereses de América Latina.
En la Región se creía poco que pudiesen existir liderazgos democráticos en Colombia, a pesar de que ha sido considerada una nación con fortalezas institucionales propias de países liberales, si bien no tan democráticas. Por ello, dentro de las reflexiones que suscitó este debate electoral, no aparecía como posibilidad que la elección produjese el surgimiento de un líder reconocido y respetado en el hemisferio. Sin embargo, los recurrentes discursos de Petro sobre el medio ambiente y sobre unas relaciones políticas y comerciales más equitativas, en el escenario internacional, podrían hacer de él un nuevo líder que sería respetado, reconocido e imprescindible, cuando se requiera conformar un bloque regional para las relaciones internacionales con Estados Unidos y Europa. No solo en Colombia existe una expectativa con la llegada del nuevo gobierno.
El impacto regional del próximo gobierno colombiano puede estar determinado, más que por la llegada de la izquierda al poder, por el hecho de que el discurso del presidente electo refleja capacidad, formación general, legitimidad y un clivaje socialdemócrata. Clivaje representado en sus ideas sociales y ambientalistas y la búsqueda de unas relaciones de América Latina con el resto del mundo, basadas en mayor reciprocidad, cooperación y en la construcción de un equilibrio de poder internacional menos asimétrico.
Sin embargo, la imagen que logre el presidente Petro en la Región va a depender de cómo le vaya internamente a su gobierno con las reformas sociales, económicas y políticas que adelante. Así mismo, estará sujeta al logro del acuerdo de unidad nacional propuesto en campaña, a sus resultados en el escenario internacional y al éxito del bloque regional que construya con los más importantes países de Latinoamérica y el impacto de este en el mundo.
El liderazgo internacional del nuevo gobierno colombiano requiere igualmente que los sectores más ultraconservadores de la sociedad no sigan siendo exitosos en su política contra la paz y no arruinen las requeridas transformaciones sociales que demanda Colombia.