Al no saber controlarla se puede empeorar y perpetuar.

La ansiedad es una emoción adaptativa, la cual es experimentada por todo ser humano a lo largo de su vida, ya que sirve como señal de alerta, pues es ella quien prepara al cuerpo para enfrentar un peligro y defenderse del mismo.

A diferencia del miedo, el cual constituye una respuesta emocional a una amenaza inminente, real o imaginaria, la ansiedad es una respuesta anticipatoria a una amenaza futura, a un peligro fantasmático, de tipo inconsciente.

El problema radica cuando la ansiedad se vuelve patológica; cuando existe una crisis interna; miedos desproporcionados e intensos; anticipación de amenazas; tensión constante; pensamientos de preocupación extremos, y cambios físicos.

Al no saber controlarla, se empeora y se perpetúa, pues la realidad supera a quien la padece y permite que su mente viaje a rumbos desconocidos, en donde puede experimentar irritabilidad, sudoración excesiva, alteraciones en la frecuencia cardíaca, problemas de concentración, insomnio, presión en el pecho, entre otros.

Cuando la ansiedad genera un malestar clínicamente significativo e interviene con las actividades del día a día, se habla de un trastorno de ansiedad, el cual puede ser tratado con psicoterapia y, dependiendo del caso y del tipo de trastorno, junto con medicación. Siempre es importante consultar con un profesional de la salud.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V), existen varios trastornos de ansiedad: Trastorno de ansiedad generalizada, Trastorno de pánico, Fobia específica, Agorafobia, Trastorno de ansiedad social (fobia social), Trastorno de ansiedad por separación, Mutismo selectivo y Trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos. Sin embargo, la ansiedad puede aparecer como síntoma de otros trastornos como el Trastorno obsesivo compulsivo o el Trastorno de estrés postraumático.

Más de 200 millones de personas en el mundo padecen trastornos de ansiedad. La buena noticia es que, mediante la psicoterapia, se puede encontrar la causa de los síntomas ansiosos con el fin de que la persona aprenda a controlarlos, aliviando así su malestar.

A continuación, encontrarán unas estrategias del día a día que creo pueden servirles para controlar un poco los síntomas ansiosos:

Practicar un deporte, hacer ejercicio físico o salir a dar un paseo. Lo anterior sirve para relajar los músculos y, por ende, liberar la tensión, pues el cerebro segrega endorfinas, que generan la sensación de calma y bienestar.

Practicar una técnica de relajación. Realizar Pilates, yoga, dibujar mandalas, entre otras, también pueden ayudar a reducir un poco los síntomas. Sin embargo, no todas las técnicas le sirven a todo el mundo por igual, por lo que es importante consultarlo con un profesional y encontrar la que mas se ajuste a su tipo de personalidad.

Regular el sueño. Tratar en lo posible de crear hábitos de sueño (horario, temperatura del ambiente, una bebida caliente, etc.) para descansar mejor por la noche y por ende afrontar el día de una mejor manera.

Tener buenos hábitos alimenticios. Aun cuando parezca un cliché, es cierto que la alimentación está muy relacionada con nuestro estado emocional, por lo cual es importante evitar tomar mucha cafeína ya que esta funciona como estimulante que puede alterar el sueño y causar más nerviosismo e inquietud.

Planificar las actividades. Recomiendo mucho escribir en una agenda o en un calendario y proyectar la semana o incluso el mes, para organizar mejor el tiempo y, por ende, reducir los niveles de estrés.

Elegir una palabra como STOP (ALTO) que sirva para detener los pensamientos ansiosos en el momento. Recomiendo distraerse buscando una actividad placentera que disfruten normalmente y destinando toda su atención en ella, para luego volver a ese pensamiento cuando se esté más preparado, y dedicarle la atención necesaria.

Aun cuando suene repetitivo, es de vital importancia consultar con un profesional de la salud al presentar dichos síntomas, pues la ansiedad es tan ambivalente, que al mismo tiempo que sirve como señal de alerta y como método de supervivencia, puede acabar con la vida de una persona, por mal manejo.