Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es una enfermedad que involucra el cerebro, el estado de ánimo y los pensamientos de quien la padece, interfiriendo diariamente en todas las áreas de su vida y en su funcionamiento, causando un malestar clínicamente significativo tanto para el paciente como para quienes lo rodean.

Esta enfermedad afecta a más de 300 millones de personas en el mundo y puede aparecer a cualquier edad, sin embargo, la probabilidad de que aparezca incrementa notablemente en la pubertad.

Los niños también pueden experimentar síntomas depresivos, los cuales se ven reflejados en cambios en su rendimiento escolar, en el sueño y en su comportamiento (el cual puede ser agresivo).

Existen varios síntomas que nos indican si se está o no frente una depresión. Sin embargo, esta enfermedad solo debe ser diagnosticada por un profesional de la salud.

También es importante tener en cuenta que cada caso es distinto por lo que en ciertas personas pueden aparecen algunos de los síntomas, mientras que en otras pueden aparecer muchos. La clave está en detectar la persistencia y duración de estos.

Los síntomas son los siguientes: estado de ánimo deprimido la mayor parte del día; pérdida o disminución importante del interés o el pacer por todas o casi todas las actividades que antes se disfrutaban; pérdida importante de peso o aumento de este; asilamiento; insomnio o hipersomnia; agitación o retraso psicomotor; fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

Así mismo, se puede experimentar sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada; disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones; pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado y/o intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

Las personas no eligen estar deprimidas, pues como podemos ver, es una enfermedad que resulta de una combinación de factores genéticos, ambientales y psicológicos, pues por lo general, existe un desequilibrio en los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, quienes son responsables, entre otras cosas, del bienestar. Así mismo, las circunstancias y las experiencias vividas por la persona juegan un papel fundamental en la aparición de esta enfermedad.

Existen tratamientos eficaces para tratar la depresión tales como la psicoterapia y, en ciertos casos, la farmacoterapia mediante el uso de antidepresivos, con el fin de regular los neurotransmisores en el cerebro y reducir los síntomas. Desafortunadamente, más de la mitad de los afectados en todo el mundo no los reciben debido a la falta de recursos, a la estigmatización de los trastornos mentales o a la evaluación clínica inexacta.

Existen varios modelos de intervención psicoterapéutica, sin embargo, todos le apuntan al bienestar del paciente. La idea es que este logre reflexionar sobre los acontecimientos que contribuyeron con su depresión y hacer consciente lo inconsciente, en aras de encontrar formas de adaptación, de aceptación y de transformación, estableciendo objetivos realistas para el futuro.

Es muy importante detectar los síntomas y no sentir vergüenza por ello, pues muchas veces se dejan de recibir tratamientos por los estigmas y tabúes impuestos por la sociedad y la persona trata de resolverlo por sí misma, lo cual puede empeorar los síntomas.

Así mismo, es fundamental contar con una red de apoyo. En ocasiones es difícil y parece imposible ayudar a una persona con depresión, pues se tiene la falsa creencia que estas personas no desean recibir ayuda, no quieren levantarse de la cama y no les interesa salir adelante.

Pero la realidad está lejos de estas creencias, pues hay que tener claro que se está frente una enfermedad que puede afectar a cualquiera. En estos casos, la persona necesita ayuda, necesita una voz amiga, necesita alguien que la escuche y que trate de entender su situación sin juzgarla.

Si creen que están atravesando por una depresión y los síntomas se hacen cada vez más notorios, o si tienen a una persona cerca que la está padeciendo, los invito a pedir ayuda profesional de inmediato, pues las consecuencias de no hacerlo pueden ser perjudiciales y los resultados de hacerlo, magníficos.