Habitualmente se cree que las mujeres son más fieles que los hombres, si bien esto está cambiando y en sociedades urbanas occidentales se nota que los porcentajes se tienden a emparejar, todavía los niveles de engaños e infidelidades son menores en las mujeres.

Las mujeres habitualmente desde los valores sociales tradicionales, sólo pueden disfrutar de su sexualidad dentro de una relación de pareja monógama, por lo que las infidelidades son mal vistas.

Las mujeres tampoco cuentan con facilidades a nivel social para tener sexo rápido o anónimo como los varones, tales como prostíbulos, saunas, etc., esto es así obviamente porque tampoco hay una gran demanda, lo mismo ocurre con la pornografía, si bien cada vez más mujeres la consumen, todavía los varones siguen siendo los principales clientes de este tipo de productos y servicios.

En general las mujeres no suelen tener aventuras fugaces, pero en el caso de que esto ocurra tienden a ocultarlo porque tienen temor de ser señaladas o juzgadas por sus conductas, con mucho más rigor que los varones.

Para las mujeres que son infieles la principal justificación suele ser el amor y mucho más lejos aparece el sexo, en cambio en los varones ocurre a la inversa. Las mujeres suelen buscar en una relación extramatrimonial amor, contención y cariño y raramente una aventura pasajera. Habitualmente cuando en la pareja ha habido engaños, si la mujer se ha enamorado de otro hombre es probable que quiera terminar con su marido, en cambio los varones incluso enamorados tienden a perpetuar ambas relaciones y son más reacios a terminar con su matrimonio.

Parece ser que la mujer tiene mayores dificultades de compartir su amor con dos personas, en cambio a los varones esto les resulta algo más fácil. A las mujeres en general les afecta más que sus maridos se enamoren de otra, en cambio los varones se sienten más traicionados si su pareja tiene sexo con otro.

En general para las mujeres un affaire aparece como el corolario de una larga relación de pareja insatisfactoria.

Antiguamente la mujer tradicional era muy dependiente del varón, no se preocupaba por su autoestima y en general su opinión no era tan tenida en cuenta, por eso solía aceptar cualquier condición y muchas veces toleraba en silencio incontables infidelidades de su marido.

En la mayoría de las sociedades occidentales y en particular en las grandes ciudades los porcentajes de varones y mujeres infieles tienden a equipararse, aunque todavía los hombres lleven la delantera.

Esto se explica por varias razones, la mujer ya no tiene un rol pasivo en su vida, además está más dispuesta a buscar otros caminos cuando encuentra dificultades en su pareja.

Las edades en donde la infidelidad se da con mayor frecuencia en las mujeres es un poco más elevada que en el hombre, entre los 35 y 50 años.

Respecto del perdón, habitualmente las mujeres con más facilidad vuelven a creer en los varones si estos se arrepienten realmente, en cambio a los varones les cuesta más si ellas los engañaron.

En general cuando salió a la luz la infidelidad en una pareja, es más fácil superarla si fue llevada a cabo por el varón que si la protagonista fue la mujer.

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