El concepto de espiritualidad es universal, no pertenece a ninguna religión en particular, sino al sentimiento básico de que la vida tiene un propósito mayor, así como de que existe un poder más grande un “Poder Superior”, si lo prefieres que trasciende el orden humano de las cosas. La espiritualidad no solo puede darle un mayor sentido a la vida sino que también puede ayudar a superar directamente la ansiedad, porque conduce a cualidades como la paz interior, la serenidad, la fe y el amor incondicional.
Cultivar la propia espiritualidad ofrece al menos dos maneras de reducir la excesiva necesidad de control. En primer lugar, da la opción de entregar o dejar cualquier problema que parezca insoluble, abrumador o sencillamente preocupante al cuidado de ese poder superior, como sea que concibamos ese poder.
Esto no significa abandonar la responsabilidad de gestionar los problemas que se presentan en la vida. Significa que hay un recurso más alto (más alto en el sentido de que está más allá de las propias capacidades) que puede proporcionar apoyo y asistencia cuando se ha alcanzado el punto en que el problema parece que no se puede resolver, a pesar de los mejores esfuerzos por parte de la persona.
La fe es un recurso de este tipo que permite a uno abandonar la idea de que tiene que controlarlo absolutamente todo. Algunos de mis pacientes encuentran que pueden acercarse a una situación fóbica más fácilmente si “entregan” su preocupación y ansiedad a un poder superior.
Los beneficios de cultivar la espiritualidad son en primer lugar seguridad y protección pues sentimos que no estamos solos en el universo, y podemos obtener mucha seguridad a partir de la comprensión de que no hay ningún problema o dificultad, por grande que sea, que no se pueda resolver gracias a la ayuda del poder superior.
Segundo, paz interior: este es el resultado de experimentar una sensación profunda y duradera de seguridad, cuanta más fe y confianza se desarrolla en relación con el poder superior, más fácil resulta afrontar los inevitables desafíos de la vida sin miedo o preocupación.
Tercero, confianza en sí mismo: a medida que cultivamos una relación con el poder superior, nos hacemos conscientes de que no nos hemos creados a nosotros mismos. Se nos recuerda que formamos parte del universo de la creación, como los pájaros, las estrellas y los árboles. En esencia somos buenos y dignos de amor y respeto por el solo hecho de estar aquí.
Cuarto, capacidad de dar y recibir amor incondicional: la característica más fundamental del poder superior es que nos ofrece la experiencia del amor incondicional.
Se trata de un tipo de amor que difiere del amor romántico o incluso de la amistad ordinaria. Implica una atención absoluta al bienestar del otro, sin ningún tipo de condición, experimentamos un mayor grado de amor incondicional en nuestras vidas. Sentimos que nuestro corazón se abre con mayor facilidad a las personas y sus preocupaciones.
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