Vuelvo al fútbol para hablar del hombre gol. Perdón, de dos: un delantero y un técnico.

Antier, Duván Zapata, el extraordinario jugador caucano, que se parece tanto al diablito de las viejas cajas de fósforos, demostró por qué es hoy tan necesario en el onceno titular de Colombia.

El técnico Carlos Queiroz, que valora a Zapata y le tiene fe, lo puso desde un comienzo del partido ante Catar. La verdad, Queiroz, como nosotros, quería goles desde el principio y alineó de una buena vez a Zapata y a Roger Martínez, goleadores frente a Argentina, sólo que Catar se atrincheró en su retaguardia, a la búsqueda de un conveniente 0 a 0 que le permitiese enredar el cotejo.

“Sufrimos porque no tuvimos la capacidad de hacer un gol más temprano”, manifestó Queiroz al final.

Por algunos momentos, los jugadores colombianos se contagiaron del juego defensivo y en bloque de los de Catar, aunque pudieron en general controlar y presionar el balón durante la mayor parte de la contienda.

Desde el gol que el VAR le anuló a Roger Martínez, a los 6 minutos de iniciado el partido, hasta el balón que botó de modo increíble el mismo Duván Zapata al minuto 93, Colombia atacó sin descanso la portería catarí.

Junto a Zapata y Martínez, a botinazos y de cabeza, James Rodriguez, Stefan Medina, Mateus Uribe pusieron en peligro, una y otra vez, la valla de Al Sheeb, pero el arco de éste sólo se doblegó ante el frentazo de Zapata al minuto 85, tras un centro acariciador de James que recibió el balón de Falcao García.

Queiroz se mostró satisfecho porque, insisto, al hombre le gusta marcar goles, es decir, hacer que los marquen y está dispuesto a pensar lo necesario para lograrlo (jugar con dos 9, como Falcao y Zapata, por ejemplo) pero está claro que lo suyo es poco emocional y dice con razón: para eso están los hinchas. Su asunto, por el contrario, es la inteligencia, la táctica, las estrategias, un 4-3-3 vertical con variantes. Los jugadores del técnico gol deben saber correr con la bola y correr sin ella. Así de sencilla es su filosofía.

Contra Catar, al igual que en su partido contra la Argentina, Colombia corrió, luchó, sufrió y presionó. Queiroz, como sus muchachos, no se dejó jamás. Siempre reflexivo y sereno, buscó alcanzar como equipo la verticalidad y la profundidad que les permitiera llegar, cada vez más rápido, a la portería contraria.

Con sus goles, Duván Zapata ha puesto en alza las acciones de nuestro país en la Copa América. (Él ya debe valer más de 50 millones de euros en el mercado internacional). Contra Paraguay, el director técnico portugués anunció que no alineará a los jugadores colombianos más cansados. No hay que ser un brujo para adivinar que Zapata tampoco estará en ese partido. Lo que quiere Queiroz es que el crack colombiano esté al pelo para enfrentar a los grandes rivales que vienen.

Mis amigos salen a fumar. Los más nerviosos empiezan a mordisquear sus uñas.