De ser un pueblo al final del Atlántico por la vía Oriental, el municipio de Suan pasó a convertirse en un epicentro educativo de la subregión, conformada por varias poblaciones de la ribera del río Magdalena. Funciona allí una sede de la Universidad del Atlántico con varios programas y una considerable población estudiantil.

Su ubicación estratégica no es un capricho, porque para un joven universitario de la provincia atlanticense o de los departamentos vecinos de Bolívar y Magdalena, desplazarse hasta la institución, en Barranquilla y Puerto Colombia, es muy costoso. Se estima que el gasto diario entre buses y almuerzo llega fácil a $25 mil. Suma considerable para una familia campesina de la región.

Y no es solo la Universidad, también está ubicada en Suan la Escuela Superior de Administración Pública, Esap, para la formación de ciudadanos en el manejo del gobierno en el sentido ético y funcional, en la cual se preparan aspirantes a cargos públicos y de elección popular.

Este proceso de descentralización es el resultado del interés de los últimos gobernantes del Atlántico. El beneficio lo reciben estudiantes de Ponedera, Campo de la Cruz, Santa Lucía, Candelaria, Manatí, Palmar de Varela, Sabanagrande, Santo Tomás y sus corregimientos y por su cercanía geográfica también cobija a los habitantes de Salamina, Pedraza, Cerro de San Antonio, Concordia y El Piñón en el Magdalena y en Bolívar recae sobre Calamar y San Estanislao de Kostka. Bien vale la pena mencionarlos porque irrigar la educación es el mejor mecanismo para lograr el desarrollo a donde no llegaba con facilidad, y solo quienes tenían medianos o grandes recursos, podían estudiar en las universidades.

Pero es Suan el municipio del Atlántico que ha sobresalido en esta área, como también lo han hecho Santo Tomás, Sabanalarga y Baranoa, cuna de abnegados docentes.

Uno de esos maestros inolvidables es el profesor Adolfo Bolívar Marenco, suanero de pura cepa, que ejerció la docencia como un apostolado. Iba casa por casa, conocía a todos los padres e hijos y la trayectoria académica de cada uno. El muchacho que faltara a clase corría el riesgo de ser anotado en una libreta y señalado de “levero”, con su respectiva falla y graves consecuencias a final de año. Es probable que en los nuevos modelos de educación ese método sea visto como persecutorio, inquisitivo y afectante del libre desarrollo de la personalidad. Digno de tutela. Pero en el caso de Suan sus habitantes afirman que la estrategia de Bolívar Marenco fue efectiva. Propició un alto nivel educativo y de disciplina en la población. Ese entrañable profesor, con programa radial de fin de semana en la emisora comunal, exponía los avances académicos de los estudiantes. Por medio de su micrófono requería públicamente a todos. Jalaba orejas e inclusive a los padres que no aplicaban con rigor los llamados de atención.

Ese método persuasivo, casi militar, logró imponer un ritmo exitoso en Suan, de ahí su talante. Ahora su gente tiene sede de la Universidad del Atlántico y de la Esap. Y un comentario pertinente: Bolívar Marenco aplicó ese método luego de haber ganado una beca en Cuba, en donde se practica desde hace más de 50 años.

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