Mañana, al fulgor del sol, izará orgullosa su bandera La Danza del Congo Grande, la más antigua del Carnaval de Barranquilla. Y lo hará festejando sus 144 años de participación en esta extraordinaria fiesta folclórica que rompe barreras sociales y aglutina decenas de ritmos musicales, en un ejemplar encuentro de tolerancia y fiel retrato de esta ciudad libertaria y abierta al Mundo.
A la cabeza de la Danza está Adolfo Maury y con él su familia. Es un hombre trabajador, respetuoso y digno que asume con devoción de feligrés de una religión cultural su compromiso con el Carnaval y con el legado recibido de padre, madre y abuelos. Sandra, su esposa, es su polo a tierra, como lo son las mujeres en las relaciones, sean estas familiares, laborales o, como en este caso, culturales. Con ellos dos, están los padres de Adolfo, su yerno, sus hijos y sus dos nietas.
Por lo pronto, esta vez, hará falta la voz líder, la de Kevin, su hijo de 23 años, cantante del grupo que acompaña a la danza con pícaros versos alegóricos a la vida, la música y a la cotidianidad. Su ausencia se debe a que desde el 9 de marzo no se sabe nada de él, después de haber salido de su casa con Laura Guarín, la joven con quien sostenía una relación y expareja de un hombre al que se le conoce como “El Diablo”.
Aun así, con ese nudo en el corazón, los Maury izarán bandera mañana en su nueva sede del barrio San Isidro, de la calle 53C con 23. Siguen expectantes a que regrese Kevin, el verseador, al seno de su hogar. A que vuelva a los ensayos. A que retome con los cánticos. No se dan por vencidos y urgen a la justicia local que imprima mayor celeridad en este caso. Han pasado nueve meses y 18 días desde la última vez que lo vieron. Exigen a los investigadores, y con toda la razón, que operen pronto y trabajen duro en el proceso por el cual “El Diablo” está detenido y sospechoso de la desaparición del joven congo, heredero de la tradición y con derecho a la vida y a un lugar en la sociedad.
Kevin es literalmente la voz cantante de la danza, la más antigua del Carnaval de Barranquilla, creada por Joaquín Brachi, un comerciante de artesanías, descendiente de una de las tantas familias italianas que se asentaron a mediados de 1800 en este lugar del mundo buscando nuevos horizontes. Seguro este sábado los músicos entonarán versos en honor a Kevin, a quien siguen esperando su hija de tres años, sus amigos del barrio y los seis cabezas de cuadrillas, conformadas por hombres y mujeres. Ellos con sus coloridos turbantes y ellas con vistosas faldas.
No saben los habitantes del Congo Grande en África que en una ciudad del Caribe colombiano hay numerosas danzas con un baile creado en honor a los valientes guerreros que libraban batallas tribales en las sabanas del continente negro. Tal vez tampoco sepan que entre la extensa lista de desaparecidos de nuestro país hay un joven con mil ideas en la cabeza y centenares de planes para el futuro, a quien esperan en su casa porque mañana, junto a su padre, tiene que izar la bandera de su danza, la del Congo Grande.
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