Se tardaron mucho los gobiernos en darse cuenta cuan inseguros y riesgosos son los taxis denominados zapaticos. Así que este, el de Iván Duque, tomó la decisión de anunciar un decreto elaborado para prohibir la entrada de más vehículos de transporte público de esas características, muy prácticos y de fácil movilidad en las cada vez más congestionadas calles del país. Pero a la vez inapropiados, de acuerdo con el análisis certero de expertos y de nosotros, los usuarios que hemos cabalgado en esa especie de montaña rusa en la que suelen llevarnos sus osados conductores.
El espíritu de la norma no podría ser más dulzón y sentimentaloide al decir del Ministerio de Transporte. “Es para que los taxistas se reconcilien con sus usuarios". Quienes usamos taxis no necesitamos reconciliación sino un buen servicio. A los transportadores formales les cobran impuestos y les exigen condiciones y garantías para operar y de igual manera tienen derecho a usufructuar lo servido, pero que lo hagan bien. Las quejas por la carencia de formación en ese oficio y las tarifas abusivas y desproporcionadas, sumadas a la falta de implementación del taxímetro en Barranquilla rebozan la copa de la inconformidad.
De ahora en adelante los taxis tendrán que ser de tipo automóvil sedán, campero, cabinado o wagon. Deben contar con un mínimo de cuatro puertas laterales y con una bodega o espacio para el equipaje con capacidad no inferior a 0.40 metros, características que no cumplen los populares y frágiles zapaticos, carentes de bolsas de aire en la parte delantera y de apoyacabezas, elementos vitales para proteger al conductor y a los ocupantes en caso de accidentes. El día a día muestra cómo son los pasajeros quienes resultan lesionados, muchas veces de manera mortal.
En Colombia circulan casi 80 mil zapaticos, de los 100 mil taxis que prestan ese servicio en el país. Por lo pronto los que circulan seguirán haciéndolo hasta que llegue la hora de su reposición, pero las condiciones de nuevas importaciones serán más rigurosas en cuanto a seguridad y comodidad de los clientes. En Barranquilla lo hacen más de 16 mil, según fuentes oficiales y 15 mil son zapaticos. Pero en total se estima que la cifra es superior y puede llegar a 20 mil.
Tiene razón el gobierno al limitar la importación de los simpáticos zapaticos, pero también debe considerar otros factores, como las ofertas de plataformas que han creado polémicas, como Uber e Indriver, pero son de buen recibo por la gente, especialmente los jóvenes, tan bien conectados con todo lo digital. Si el Ministerio de Transporte quiere hacer una reforma estructural al modelo de prestación de servicios en el país debe empezar por la implementación de las exigencias a los taxis que se dan en todo el mundo, como taxímetros en todas las ciudades; seguridad social para los conductores; cooperativas que ayuden en su formación para la prestación de un buen servicio, entre otras tantas necesidades de conductores, que a la vez repercuten sobre los usuarios.
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