Como una bomba atómica en cámara lenta el coronavirus tiene al mundo en ascuas.
Nunca, en los últimos cien años, una pandemia había logrado impactar tanto en la humanidad como cuando la población del planeta quedó diezmada, en diferentes épocas y por otras enfermedades.
Antes fue la peste negra -con un resultado de millones de muertos en Europa-; la gripa española -que curiosamente no comenzó en España- y el cólera -enfermedad que aparentemente dio lugar a la famosa novela de Albert Camus-.
Este que nos amenaza y azota ahora con la diversa, amplia y a veces irresponsable información nos tiene asediados en algunos casos, asustados en otros y acuartelados a millones.
Ha sido la gran amenaza reciente de la civilización, gracias a las redes sociales, a las medidas drásticas de los gobiernos más poderosos y a que en efecto cobra vidas, como ya se sabe. En china, en donde se originó aparentemente el covic-19 o coronavirus ha matado más de tres mil personas. La información inicial hablaba del origen en el consumo de sopa de murciélago, pero parece que se trató de carne de armadillo. Armadillo chino.
Ni pánico, ni tranquilidad debe ser la estrategia para salir adelante. Todos los noticieros de televisión, de radio, páginas web y periódicos, enmarcan su contenido informativo sobre el covid-19 y en efecto, eso asusta, pero es imprescindible hablar de ello. La mayoría de los medios de comunicación tratan el caso con profesionalismo, contrastando y escuchando diferentes opiniones y entrevistando médicos epidemiólogos y funcionarios públicos encargados de importantes tareas para atender la emergencia. A la vez, está el “voz a voz” callejero, que especula y no se ilustra con la información científica adecuada.
Ya se habla de las millonarias pérdidas por la sensibilidad y emotividad de las bolsas de valores más poderosas del planeta. La escandalosa disparada del dólar por encima de los cuatro mil pesos, el bajón en el valor del barril de petróleo, la parálisis de miles de aviones y el cierre masivo del comercio en varios países, forman parte de esta montaña de miedo colectivo.
Son una serie de decisiones tomadas en la última semana, días y horas que tumban como fichas de dominó eventos, conciertos y encuentros de todo tipo. En Colombia fueron suspendidos o aplazados los conciertos de cantantes de la talla de los españoles Raphael y Alejandro Sanz. De igual manera el de Juanes y Maroon 5 y el tradicional e inigualable Festival Vallenato de Valledupar, junto a la Feria Internacional del Libro de Bogotá y la novena fecha de la liga de futbol. Casi de inmediato, y a nivel local, la inauguración del monumento denominado La Ventana de Campeones y el Festival de la Ciruela de Campeche. Ni que hablar de la suspensión del torneo de la NBA o los partidos de Champions League realizados a puerta cerrada.
Para concluir, la hiper comunicación que tiene el mundo y el impacto de esta enfermedad, ha logrado un pánico colectivo mundial digno de novela. En realidad, hoy el virus más fuerte que el covid-19 es el miedo.
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