Cuando niño, el Día del Maestro era un gran acontecimiento en mi colegio. No solo para agasajar a quienes nos guiaban y educaban, sino porque es la fecha que conmemora a San Juan Bautista de La Salle, el patrono de los profesores y fundador de la comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Había gaseosa y golosina gratis en la tienda, o quiosco, como le llamábamos. Carreras de bicicletas, triciclos y sacos; varas de premio; concursos variados; partidos de fútbol, voleibol y béisbol e inclusive puestas en escena teatrales con trajes de época y caballos de verdad. Era un gran día festivo. No tareas. No clases. Jolgorio total. Los Hermanos Cristianos que regentaban el colegio eran españoles y algunas actividades venían de la Madre Patria. Recuerdo, como un retrato pegado en mi memoria, al célebre e histriónico Hermano Genaro arremangándose la sotana – en ese tiempo, y no fue hace mucho, usaban sotana- para patear bola junto a la muchachada en una de las cinco canchas del fondo, cerca de la Vuelta al Diablo, al final de Barranquilla, donde todo era monte, culebras y patillas que se daban silvestres.
Los homenajeados, nuestros maestros, eran felicitados y muy regalados. Siempre el 15 de mayo fue un día luminoso y repito: muy festivo. Entre mis compañeritos el más feliz era Kike Vives, porque la fecha coincidía con su cumpleaños, así que los astros, alineados a su favor, como siempre en la vida, le daban de regalo un delicioso día de ocio.
Este viernes no será igual. Los profesores estarán enclaustrados en sus casas con mucho trabajo, según me han contado algunos. Lo mismo que dicen los estudiantes de todos los niveles. Y lo mismo que aseguran los padres de esos estudiantes. La pandemia desató entre algunos el pánico colectivo y en otros la relajación total. Lo cierto es que el covid-19 cambió horarios, impuso nuevas costumbres, nos distanció y nos unió. Una mezcla de sentimientos y prevenciones. Y en el mundo escolar y universitario produjo un giro de 180 grados. En la celebración de hoy no habrá música, ni pudines, ni regalos, ni concursos, ni partidos de fútbol. Ni en el que fue mi colegio por 12 años, ni en ningún otro de la mayoría de los países del Mundo.
A los maestros la pandemia les cambió la vida. Tendrán, eso sí, material de estudio por este momento que vive, sufre y muere la humanidad. Y en el país será la prueba fehaciente del déficit estructural de las conexiones de internet y la falta de democratización de estas herramientas porque hay quienes no pueden acceder a ellas. Este tal coronavirus nos desnuda cada vez más. A nosotros como raza humana. A muchos gobiernos como fallidos.
Coletilla de homenaje. Hoy, un grupo de amigos y familiares llevaremos a cabo un inusual evento de recordación. Va a ser en nombre del gran convocante que fue Rafael Bassi, quien nos dejó hace 18 días. El encuentro es por la plataforma Google Meet a las 11:30 a.m. para conversar y contar historias de Rafa, docente universitario y maestro de la vida. Hoy cumpliría años. Me lo imagino riéndose. “Nojoda me hicieron un velorio por internet”.
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