Los barranquilleros en los últimos doce años hemos hecho un tremendo esfuerzo fiscal, el cual aunque se traduce en obras que todos conocemos, reflejan tal vez muchas inequidades en la carga fiscal. En 2008, según Terradata, los barranquilleros aportábamos per cápita $89.032 anuales para sostener el Distrito. En 2017, ya pagábamos $214.235, sufriendo un incremento en la recaudación del 140,6%. Me pregunto: ¿A quién se le incrementaron los ingresos en la ciudad en ese porcentaje para enfrentar estos aumentos? creo que solo a los contratistas preferidos de Char. El impuesto predial creció al 12% anual de 2008 a 2018, llevando a la ciudad del 7º puesto en recaudos al 6º.
Simultáneamente, los avalúos catastrales subieron en términos reales el 64% real, mientras los predios solo en un 16%, en el periodo 2009-2018.
Por lo anterior, todas las obras que vemos en la ciudad se han financiado en parte con nuestros bolsillos, incluidos los monumentos que a veces se le “regalan” a la ciudad. También con estampillas, las cuales ya son el 11% de los recaudos tributarios, nos han sacado el jugo, para financiar las concesiones disfrazadas que hoy manejan servicios claves de la ciudad.
En un debate reciente convocado por Urbanum, en la Universidad del Norte, abordamos estos temas del catastro. El catastro descentralizado es un potente instrumento para mejorar la fiscalidad de un territorio, pero si no se controla, y se maneja en absoluto secreto, se puede convertir en un instrumento de extorsión tributaria para financiar los planes ambiciosos de un alcalde, en razón de sus necesidades de contratación y sus compromisos políticos. Debe haber un manejo transparente y abierto al público. El actual catastro distrital tiene página web, pero solo informa sobre los avalos de los predios individuales. No hay información global ni análisis de sus métodos de avalúos. Quedó claro en el evento que está en construcción. Ojalá mejoren.
La ciudad necesitaba actualizar sus avalúos, pero se han cometido exageraciones con muchos predios, ni su metodología ha sido transparente para los ciudadanos. El aumento ha sido brutal para los estratos 4,5 y 6. Hay zonas de la ciudad en que el avalúo comercial está por debajo del avalúo catastral, caso frecuente en Boston, Prado y otros barrios (sin incluir los predios de conservación). Me preocupa que con la estrechez fiscal del Distrito en los próximos 4 años se recurra nuevamente a incrementar los avalúos en una nueva valorización predial que no responde a la dinámica del mercado, el cual se ha detenido o estancado en los últimos dos años. Si estuviéramos ante una administración seria que no busque proyectos faraónicos y no sufra de contratitis ni dialéctica del concreto, no habría problema con el manejo autónomo. Pero inquieta que se hable de compromisos para el tren ligero ($530.000 millones) y la aventura del Superpuerto. Eso que lo hagan los privados sin comprometer recursos públicos. La nueva Ley de Catastro 1995 de agosto 20/19, solo regirá por cinco años. Por ahora, para aplicarse el criterio de no más del 8%+IPC aunque es positivo, lleva el riesgo que, con una inflación promedio del 3% se puede incrementar el avalúo en forma tal que responda a un 11% anual, lo cual lleva a un incremento del 44% en el impuesto en 4 años. Fíjese por quién vota en octubre para que después no se esté quejando y lamentando.