Colombia, como le pasa a muchos países de América Latina, está atrapada en la trampa de países de ingresos medios. Nada que despega hacia una ruta de crecimiento económico acelerado, y actualmente nos contentamos con un crecimiento del 3,2% anual, el más “alto” de América Latina, con desempleo creciente.

Estas reflexiones surgieron de la sustentación del trabajo de ascenso del colega Dr. Jorge Bula, en la Escuela de Economía de la Universidad Nacional. Fui invitado el pasado viernes como jurado, y fue refrescante asistir a la presentación de su trabajo de investigación ‘Industrialización tardía y Desarrollo Económico: El papel del Estado de Desarrollo (Developmental State) de los países asiáticos en las transformaciones hacia la 4ª. revolución industrial, el caso de las economías de China y Taiwan”. Esta visión del Estado de Desarrollo dista del Estado neoliberal que se nos ha impuesto en Colombia desde los años 90s del siglo pasado.

A mediados del siglo XX, Taiwán y China eran dos países más pobres que Colombia e inferiores a Argentina y Chile. Hoy podemos decir que Taiwán es una economía desarrollada y China, en el aniversario 70º de su Revolución, avanza rauda hacia el desarrollo económico, donde no queda duda que pronto superará a los Estados Unidos en el tamaño de su PIB y ya casi lo alcanza en el terreno tecnológico y militar. El secreto de estas dos economías para su éxito no han sido las simples adopciones del libre mercado ni tampoco solo el mayor gasto en educación y salud. La clave fue el rol activo que le concedieron al Estado en su desarrollo industrial, haciendo protección planeada y transitoria, y apoyando las inversiones fuertes en su desarrollo industrial. Partiendo de la eliminación previa en ambas naciones del régimen de terratenientes, y disciplinando el sector financiero con tasas reguladas al servicio de la industria, lograron mezclas exitosas en su política industrial. Los regímenes políticos y económicos eran diferentes. Taiwán formó un estado autoritario, fuerte, que fue ampliando lentamente su democracia. Pero invirtió fuertemente en educación, salud e impulsó en forma activa los parques industriales con abundantes fondos públicos, llegando gastar casi el 4% de su PIB en innovación, ciencia y tecnología. En Colombia solo gastamos un 0,3%. Apoyándose en pequeñas y medianas empresas privadas, empezaron con televisores y calculadoras. Ya hoy son fuertes en todas las áreas industriales y de tecnologías de punta. Desarrollaron un modelo de compromisos con el sector privado y fuerte disciplina. Nada de rentismo como en Colombia. China, por su parte, implementó su revolución agraria y después de muchas turbulencias empezó con su programa de modernizaciones, apoyándose en grandes empresas estatales que se asociaban con las multinacionales mas importantes, con zonas francas de exportación, con procesos intensos de transferencia de tecnología hasta poder desarrollar sus propias industrias. Fue un modelo diferente al taiwanés, pero con un estado promotor del desarrollo industrial en forma deliberada, sin someterse a las ventajas comparativas. En ambos países, diferentes sistemas económicos y políticos, pero con el modelo del Estado de Desarrollo, un estado activo, líder en el desarrollo industrial, con pactos serios con sus empresas. Lamentablemente en Colombia seguimos con un estado pasivo, asistencialista, hoy limitado a la gaseosa economía naranja y una visión muy pobre del emprendimiento.