Hablar de geopolítica es referirse a una disciplina fascinante, con enormes puntos de interés para los estudios de seguridad global y relaciones internacionales. En palabras de Charles Clover, en su escrito Sueños del corazón Euroasiático y publicado en la prestigiosa revista Foreign Affairs, pocas ideologías son tan caprichosamente englobantes, románticamente oscuras, intelectualmente descuidadas y propensas a su vez a iniciar una tercera guerra mundial como la geopolítica.
Dicho en otras palabras, la geopolítica toma en consideración aspectos como el poder, la política y la geografía (no únicamente a partir de líneas fronterizas sino también de manera expansiva sobre zonas de influencia) y abarca una enorme interacción entre estos, de tal manera que permite establecer una distinción entre aliados y rivales, entre amigos y enemigos en la compleja competencia hegemónica entre Estados en el sistema internacional.
Tenerlo claro, ayuda a comprender su influencia tanto en la reorganización del sistema internacional como en el surgimiento de un nuevo orden mundial y las constantes rivalidades que se originan entre aquellas fuerzas que procuran mantener su alineación y esas fuerzas revisionistas que permanentemente procuran su alteración.
En este orden de ideas, si Ucrania cae, los postulados geopolíticos indican que no sería un hecho aislado, desconectado y distante para otras referencias geográficas. Si Ucrania cae, sería un nuevo revés para los intereses norteamericanos tras su retirada de Afganistán y de algunas de sus potencias occidentales más cercanas, por lo que Europa estaría nuevamente al vilo de una conflagración mayor a partir del papel de cooperación militar promovido por los Estados Unidos.
Si Ucrania cae, también representaría una nueva victoria para la consolidación de influencia militar rusa en su etapa post-soviética, al haber acumulado victorias anteriores en las últimas décadas en Georgia, y Siria.
Si Ucrania cae, se activarán las alarmas en Corea del Sur, ante cualquier gesta desequilibrante que pueda desarrollar Corea del Norte al otro lado del paralelo que los limita en su conflicto histórico.
Si Ucrania cae, Taiwán cuestionaría cuán válidas son las garantías de seguridad que obtiene de Estados Unidos, ante una posible invasión China, cuyo gobierno comunista abiertamente la ve como una isla/provincia rebelde que algún día debe retornar al seno de la madre patria.
Si Ucrania cae, algunos estados en el Medio Oriente, calcularían nuevamente cuán seguros están frente a la retirada norteamericana de la zona y las posibles concesiones alrededor de las negociaciones sobre el acuerdo nuclear iraní frente a sus propios intereses de seguridad.
Si Ucrania cae, las relaciones entre Colombia y Venezuela pueden adentrarse en una nueva y preocupante etapa de mayores antagonismos, ante el acumulamiento de armas y personal ruso, al servicio de sus intereses geopolíticos.
Si Ucrania cae, el mundo entra a un nivel de inestabilidad preocupante. Esperemos que Ucrania no caiga.
@janielmelamed