Antes de la guerra, el General Mark Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas norteamericanas, dijo que, ante el inicio de una ofensiva militar rusa de gran escala, Kiev, la capital de Ucrania, probablemente caería en 72 horas.
Al escribir esta columna, ha transcurrido una semana desde el inicio de las operaciones militares rusas, en su ofensiva contra Ucrania. Varios elementos merecen ser tomados en consideración, en vista del desarrollo de los acontecimientos en el campo de batalla y en la esfera del cubrimiento mediático que sobre él se realiza.

Primero, la avanzada de las fuerzas militares rusas deja un sabor ambivalente frente a sus metas. Por una parte, aún no ha logrado el control de las principales ciudades del país, incluyendo Kiev, su capital. Por la otra, el despliegue de sus capacidades operativas si ha conseguido asegurar el control progresivo de zonas consideradas estratégicas en este punto de la contienda.

Segundo, en adición al campo militar, se han dado enormes presiones económicas y políticas sobre Rusia, para aislarla en el escenario internacional. Se destacan las sanciones económicas contra el propio Putin, su ministro de relaciones exteriores y varios oligarcas rusos cercanos al régimen. Se han promovido medidas restrictivas en el sistema bancario internacional, generando la devaluación del 30% del rublo, la moneda rusa. Se destaca la manera como inclusive Suiza, un país tradicionalmente neutral, ha condenado la política de expansionismo ruso. Así mismo, Finlandia y Suecia, países históricamente cautos en el vecindario geopolítico europeo por su proximidad con Rusia, han apoyado a Ucrania con material de defensa militar. De hecho, el canciller alemán Olaf Scholz expresó el interés en aportar equipo de defensa a Ucrania (misiles antitanques y misiles antiaéreos) y elevar su presupuesto de Defensa en casi cien mil millones de euros.

Tercero, las operaciones militares rusas han destinado mayor poder de fuego a los centros urbanos ucranianos. Ante el feroz enfrentamiento con las fuerzas ucranianas, el alto mando político y militar ruso parece querer replicar los bombardeos masivos que en el pasado desarrollaron en Grozny, durante la guerra de Chechenia y en Alepo, durante su apoyo al gobierno de Bashar al-Assad, en el conflicto armado en Siria. En ambos casos, el resultado es el de grandes centros urbanos, convertidos en ciudades fantasmas repletas de escombros.

La crisis en Ucrania es la primera de una serie de crisis globales emergentes en épocas de superación de la pandemia de la covid-19. Quizás estemos frente al resurgimiento de una especie de Guerra Fría 2.0, en condiciones de inestabilidad mucho más complejas. En este nuevo escenario de antagonismos, por el momento China, cautelosamente ha expresado su apoyo a la integridad territorial ucraniana y se sumó a las sanciones a algunos bancos rusos. En esta nueva Guerra Fría, la conformación de alianzas y contra-alianzas no gravitará sobre postulados ideológicos, sino sobre intereses y objetivos geopolíticos nacionales.

@janielmelamed