En el ajedrez “la defensa ucraniana”, también conocida como “el ucraniano inmortal”, hace referencia a una serie de movimientos ejecutados por Efraim Aronovich Korchmar contra Abraham Poliak, en un encuentro disputado en el Campeonato Soviético de Ajedrez de 1935. Pese a las adversidades durante la partida, varias jugadas maestras le aseguraron al final su victoria.
Ahora bien, la guerra en Ucrania es para muchos, una compleja partida de ajedrez en el tablero geopolítico internacional debido a que la invasión tenía, al menos, dos propósitos. Primero, la conquista territorial y con ello recuperar las zonas de amortiguamiento estratégico perdidas con la caída de la U.R.S.S. Segundo, reafirmar la percibida capacidad de las enormes fuerzas armadas rusas en aras de proyectarse como el líder natural de la región. Ambos objetivos, de momento, no se han materializado de la forma como la dirigencia rusa habría querido.
Podría afirmarse que la guerra que Rusia está luchando en Ucrania, es una muy distinta a la que pensaron luchar. Ello ha desnudado una serie de falencias operativas que, pese a la enorme superioridad militar rusa en el campo de batalla, les ha hecho improvisar y tener salidas en falso.
Inicialmente, el avance de sus tanques blindados, acompañados de infantería, les hacía considerar una rápida conquista de territorio y una pronta rendición del adversario. Lo que encontraron en el terreno fue diferente. ¿Cómo? y ¿Por qué esto es importante?
Primero, por una férrea defensa de las fuerzas militares ucranianas que, desde la invasión de Crimea en 2014, emprendieron un proceso de reestructuración para incrementar sus capacidades de combate frente a un escenario como el que viven hoy. Cabe resaltar, que desde el 2014, Ucrania ha recibido de Estados Unidos, cerca de 2.7 billones de dólares en equipamiento militar y entrenamiento que, a diferencia de Afganistán, parecen estar dando réditos temporales en el campo de batalla.
En segundo lugar, por una masiva movilización de ciudadanos voluntarios a entrenarse y organizarse militarmente, para la defensa militar del país. Especialmente, en entornos urbanos, donde su inmejorable conocimiento del territorio, barrios y callejones, les proporcionan una mejor lectura del terreno y los sitúan como un verdadero desafío operacional de guerra urbana al avance ruso.
En tercer lugar, porque de lograr eventualmente la conquista del territorio ucraniano, algo que no puede descartarse, las fuerzas armadas rusas requerirían un amplio despliegue militar sobre Ucrania en aras de mantener ese control. Allí, podría estar el elemento diferenciador de esta partida.
Ucrania, con una extensión de 600 mil kilómetros cuadrados es el país más grande de Europa y el mantenimiento de una enorme fuerza militar rusa para controlar ese territorio será extremadamente costoso, no solo en vidas, sino también en recursos económicos y financieros de un país que tiene ya serios desafíos en estas áreas.
Quizás el maestro Korchmar pensaría, "no esta muerto, quien pelea"
@janielmelamed