En las principales ciudades del planeta se está produciendo un cambio de cultura relacionado con la oferta de medios de transporte y cómo realizan los desplazamientos cotidianos.

La congestión de las principales vías, las restricciones a la circulación privada en el centro de las ciudades, la dificultad de aparcar y la implantación de nuevos modos de transporte y movilidad personal, motivan que busquemos formas más eficaces de movilidad.

Este nuevo paradigma está íntimamente relacionado con el cambio en las pautas de consumo de las nuevas generaciones. Para estos jóvenes profesionales que viven en los grandes entornos urbanos de Asia, América y Europa poseer un coche en propiedad ya no es un objetivo, sino algo un poco desfasado y muy ineficiente. Se han instalado en un modo de consumo fundamentado en pagar no por la propiedad, sino por el uso. En el caso que nos ocupa, por el uso de diversos modos de transporte alternativos y a la vez complementarios. Ha nacido una nueva especie, el Homo mobilis.

Esta nueva especie renuncia a pasar horas en el trancón y a dar vueltas buscando aparcamiento. Quiere tener disponibles un transporte público de calidad, vehículos cero emisiones para alquilar por minutos, bicicletas eléctricas, patinetes, aerodeslizadores (si se fabrican). Quiere poder elegir y hacerlo en el momento desde su herramienta favorita, desde su celular.

Para dar respuesta a esta demanda aparecen las plataformas MaaS (Mobility as a Service) cuya función es permitir acceder al usuario a toda la oferta de transporte, tanto pública como privada. El Homo mobilis puede pagar el autobús, alquilar un vehículo, solicitar un traslado o reservar una plaza de aparcamiento en cualquier lugar desde su celular.

Por su parte, la industria del automóvil debate sobre la profundidad del cambio disruptivo y diseña modelos que den satisfacción a la demanda del futuro. Los vehículos que salen hoy de las cadenas de montaje anticipan los modelos que vamos a manejar en unos pocos años. Los vehículos del futuro inmediato podrán ser cero emisiones, conectados y autónomos.

La reducción de emisiones contaminantes es una exigencia de la salud del planeta y de las personas. Por su parte, el vehículo conectado y autónomo permitirá un transporte más eficiente y seguro. Por ejemplo, para el ciudadano medio gastar tiempo en aparcar el auto en un parqueadero se verá tan ajeno a la actividad cotidiana como cargar agua desde río a la casa o alumbrar con velas (Y también en este fenómeno se podrá apreciar la brecha entre regiones y estratos socioeconómicos).

Estamos ante un cambio cultural facilitado en las posibilidades que nos ofrece la innovación tecnológica. Los poderes públicos se enfrentan a la necesidad de adaptar la regulación a las nuevas realidades (coche autónomo, proliferación de patinetes y bicicletas, invasión de la acera) con el objetivo de que el nuevo modelo beneficie a la calidad de vida de todos los ciudadanos.