Es un viejo terror que periódicamente se renueva en nombre del bienestar de todos. Cuando Sófocles, 405 años antes de Cristo, hacía recitar al coro en el teatro: “ no nacer es lo mejor” se anticipaba a Tertuliano que en siglo II después de Cristo escribía: “ nuestros números son pesados para el mundo”. Se refería a la población mundial que apenas si sobrepasaba los 150 millones y se temía que los alimentos eran insuficientes.
En 1803 los mil millones de habitantes del planeta aterrorizaron a Malthus: “la población crece más que los medios de subsistencia” anotó al pie de fórmulas matemáticas según las cuales la población crecía en proporción geométrica, mientras los medios de subsistencia lo hacían en proporción aritmética., para concluir que en el mundo había gente de sobra y que “la naturaleza les ordena irse; y ella siempre cumple su amenaza.”
Al argumento de los alimentos escasos se agregan las cifras apocalípticas de la crisis ambiental que muestran un planeta superpoblado, 8 mil millones de habitantes que se han encargado de destruirlo casi todo: por ejemplo, los 8 millones de toneladas diarias de plástico, o el millón de especies animales en peligro de desaparición.
Todo esto – la enumeración es incompleta- lleva a concluir que lo mejor que le puede suceder al planeta es que la especie humana desaparezca y que son benefactoras de la la humanidad las parejas que están decidiendo no tener hijos.
Frente al terror de Sófocles, o el de Tertuliano, o el de Malthus: la humanidad siempre ha encontrado respuestas que invalidan los terrores de los maltusianos de ayer y de hoy.. Y sin embargo el terror siempre está de regreso.
Una visión de lo humano, despojada de dignidad, alimenta ese miedo. Hoy se los oye decir que deciden no tener hijos para que no contaminen más; para que no empuerquen ( increíble, pero así lo oí decir) o para reducir el sufrimiento. Como si se tratara de migrante, una pareja mira al hijo posible, como un intruso.
37 años atrás en el gobierno chino permitió un solo hijo. Solo ahora se dieron cuenta de que había 34 millones de varones más que mujeres, cuando ya era imparable la crisis de los solteros. Parece un chiste: esos millones de solteros no encontraban mujer, entonces creció la demanda de prostitutas y de mujeres extranjeras, Hoy se ha autorizado a las parejas tener dos hijos pero solo dos, entre 11 millones de parejas, están dispuestas a tener el segundo hijo. Ya no quieren tener hijos y, mientras tanto ha crecido el número de jubilados. Los viejos son más que los niños.
Queda mucho por decir y solo me queda espacio para citar de otro investigador: ese rechazo de los hijos es como un paraguas para obtener una vida cómoda, sin responsabilidades, para viajar libremente, tener el salario para uno mismo y sobre todo, desaparecer el compromiso duro de criar un ser humano. Por eso, en vez de un hijo, está resultando preferible y más cómodo, tener un gato en casa.
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@JaDaRestrepo